La Galerna
·14. November 2024
La Galerna
·14. November 2024
El fatalismo que inunda la opinión relativa al Madrid, tanto en medios como en redes, alcanza de manera muy especial a Kylian Mbappé. Es más: hay quien relaciona un fatalismo con el otro, estableciendo una relación causa-efecto en algunos casos. A mis ojos ya cansados de madridista y editor viejuno han llegado en las últimas fechas, sobre todo a través de la red social antes conocida como Twitter, comentarios zafios que asimilan a la estrella francesa con Mariano, y hasta con Toquero. Twitter, X o como se llame es ese lugar que olvida el mérito a los cinco minutos y reduce la insatisfacción a caricatura. Alguno debería tener más sexo, aunque fuera consigo mismo. Al fin y al cabo, una plataforma cada vez más destinada a escuchar a quienes ya piensan como tú y demonizar (antes de escuchar) a quienes piensan distinto guarda una conexión íntima con el onanismo.
Que Mbappé, de momento, no está resultando como esperábamos es casi un hecho. De ahí a tildarlo de fracaso media un trecho, y no digamos nada de considerarlo un fracaso irreversible. “Se le está poniendo cara de Hazard” es frase que han tenido que leer también estos ojos cansados y a veces exasperados de editor viejuno. No está fácil el cumplimiento de la negra profecía, por cuanto Kylian ya ha marcado en el Madrid más goles de los que jamás anotó el belga. El hecho de que el francés no esté por el momento cumpliendo las expectativas no tiene nada que ver con que te haya dejado la novia o hayas cateado tres en la primera evaluación de cuarto de la ESO. Es verdad, no todos los detractores responden a ese perfil, pero tampoco tiene nada que ver con la pitopausia.
Que Mbappé, de momento, no está resultando como esperábamos es casi un hecho. De ahí a tildarlo de fracaso media un trecho, y no digamos nada de considerarlo un fracaso irreversible
Los agoreros que vaticinaban una ruptura completa del ecosistema del vestuario blanco a la llegada del crack creen haberse llenado de razones. No tan rápido, por favor. Me parece indudable que la necesidad de acomodarlo en el once ha generado desajustes que lastrarán al equipo hasta el día en que los beneficios (fundamentalmente los goles) compensen las molestias. Pero más indudables aún me parecen dos cosas: que el día de la compensación llegará, y que la ruptura se refiere únicamente al ecosistema táctico.
En lo humano, muy al contrario de lo que se auguraba, la integración es ejemplar. Ha demostrado ser un buen compañero y un hombre comprometido con la escuadra. Jamás ha emitido la menor queja por jugar lejos de su posición predilecta, cosa indiscutible, y ha tensado la cuerda que le une a su seleccionador sacrificando llamadas de Francia para ponerse a punto con el equipo que le paga después de haberse subido al vagón casi sin vacaciones ni pretemporada. Ya lo sé, nadie va a ir a Cibeles para celebrar que sea un buen chico, pero el haber constatado que lo es representa el cumplimento de una condición sine qua non. La calidad humana es necesaria, aunque no suficiente, para que se produzca un acoplamiento total y su carrera en el mejor club del mundo, su gran sueño, pueda ser un éxito. Eso, digan lo que digan, ya lo tenemos. No es ningún vago ni una prima donna, sino un joven inteligente que ama la causa, le salgan las cosas bien, mal o regular.
Quizá no veamos más al Mbappé de los primeros años, como tampoco vimos de blanco al Ronaldo Nazário que deslumbró en el Barça, pero tengan por seguro que, como en aquel caso, disfrutaremos de un delantero estratosférico
Además la gente no sabe, o bien olvida para sufrir sin el bálsamo de las razones su propia rabia, así, a pelo, que el jugador lo está pasando mal. Pende sobre su cabeza la amenaza confusa y vaga de la justicia sueca, sin que por el momento sepamos si hay una denuncia en firme, y sin que quepa otra opción plausible que otorgarle en el peor de los casos la presunción de inocencia que merece. Tampoco son trago fácil (y ambas cosas pueden estar relacionadas) las acechanzas del PSG, club con el que está enfrentado por culpa de su decisión, valiente se mire como se mire, de recalar en el Bernabéu. En este sentido, me consolaron los cánticos de ánimo que el propio Bernabéu le dedicó frente a Osasuna. Hay gente que conoce (o intuye, es suficiente) lo que hay, y que sabe que mostrar su apoyo a un futbolista en horas bajas no es cuestión que comprometa en lo más mínimo la exigencia indisociable al escudo que amamos.
Mbappé está buscándose. La buena noticia es que el equipo le busca a él con el mismo afán, tal como un Modric comprensivo, capitán y compañero, declaró al término de ese mismo partido. El croata sabe que la cosa terminará saliendo bien, y si lo sabe Luka ¿quiénes somos los demás para dudar? Por si fuera poco, la zozobra táctica queda matizada por un dato esperanzador: la temporada pasada, en el PSG, y a pesar de que la banda sea su lugar de arranque favorito, promedió los mismos goles partiendo de la izquierda que en la posición de nueve.
Dejen en paz a Mbappé. Quizá no veamos más al Mbappé de los primeros años, como tampoco vimos de blanco al Ronaldo Nazário que deslumbró en el Barça, pero tengan por seguro que, como en aquel caso, disfrutaremos de un delantero estratosférico.
Getty Images.