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La Galerna

·17. März 2025

El antimadridismo de José María García: de la compra de árbitros a los relojes de Joan Laporta

Artikelbild:El antimadridismo de José María García: de la compra de árbitros a los relojes de Joan Laporta

José María García vaga desde hace años para que alguien le preste un micrófono con el que atacar al Real Madrid. En una entrañable imagen de dos viejos enemigos ahora reconciliados, García charló con José Ramón de la Morena en un vídeo emitido a través de YouTube. El que fuese el periodista deportivo más influyente de España sí acertó al cargar contra la labor de sus sucesores en la profesión que él denominaba como “notarios de la actualidad”. La deriva de la actual prensa deportiva no sirve para exculparlo, ya que fue él quien promovió la manipulación desde las ondas, y se valió de su poder para atacar a sus rivales o blindar a todos los cuadros directivos de Ángel María Villar. Como no podía ser de otra forma, los medios recogieron el diálogo promovido por De la Morena con titulares contra el Real Madrid, que de paso les granjeen un puñado de clicks para paliar la situación de “quiebra técnica” (García dixit) en la que se encuentran.

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Con motivo del lanzamiento del publirreportaje que le dedicó Movistar, José María García contestó sobre el “caso Negreira” con un zarpazo al Real Madrid: “Ese caso te da cuenta de lo poco que trabajan los periodistas. O de lo poco que les interesa esta cosa. No es tan extraordinario como parece. Lo único extraordinario es que unos torpes hayan dejado eso por escrito. ¡Si eso lleva pasando 50 años! ¡Si el primero que hizo eso fue el Real Madrid! Los árbitros se compran y se venden, pero es igual que todas las profesiones; yo me pregunto qué es más grave, si comprar a un árbitro o comprar a un periodista”, declaró en mayo de 2023.


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Como sus palabras anteriores no colmaron su ego, “Supergarcía” fue un pasó más allá junto a De la Morena: “La antesala de Negreira, el invento de Negreira es del Real Madrid. La ventaja de Madrid era que todos los clubes eran amateurs. Los clubes funcionaban que abrían sus oficinas a la nueve en la noche. Iban a trabajar diez minutos, y luego se iban por ahí de parranda y venían de la oficina del club. Y en Madrid trabajaban desde la nueve a la mañana. Entonces, un buen día, Saporta, que era un genio, le dice a Bernabéu que necesitaban un gerente. Y traen a Antonio Calderón, el tío que mandaba los árbitros en España. Pero en lo de Negreira, lo mismo. ¿Tenía razón el Barça para quejarse de los árbitros en esa época? Claro, claro que tenía todas las razones del mundo. Como ahora, todos los equipos de España tienen razón para quejarse del Barcelona y del Madrid. Del Madrid y del Barcelona. El Madrid y el Barcelona, yo lo vengo diciendo hace 20 años, empieza la Liga con 10 o 12 puntos", afirmó el antiguo rey de la noche radiofónica. La supuesta ley del silencio entre periodistas y árbitros fue tejida por García, al contar en sus programas con los delfines de Sánchez Arminio, como quedó recogido en el artículo “SuperNegreira en la Hora Cero”, publicado en este portal el pasado 16 de mayo.

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En el recrudecimiento de su ofensiva, José María García superó cualquier límite al personificar en Antonio Calderón, fallecido hace 27 años, sus infundadas acusaciones. La mayor parte de esa prensa a la que critica García parece desconocer la figura de Calderón, uno de los pilares del Real Madrid en la época de don Santiago Bernabéu, y aquellos que sí coincidieron con el sevillano guardan un cómplice silencio. Ante esta calumnia vertida por García, es de justicia recuperar la singladura del gerente que alzó las seis primeras Copas de Europa merengues.

Antonio Calderón Hernández vino al mundo en Sevilla, donde se labró un nombre como médico especialista en enfermedades venéreas. Al tiempo que cursaba la carrera, Calderón actuó como árbitro (antes del nacimiento de la Liga Española), previamente a trabajar como secretario del Sevilla, el club de sus amores, donde permaneció dos años. Después de ejercer como secretario, Antonio Calderón fue nombrado presidente de la Federación Sur en 1932. La rivalidad entre el Sevilla y el Real Betis estalló en la primavera de 1946 con el “caso Antúnez”, cuando los verdiblancos no perdonaron a Calderón su querencia por el máximo rival. La queja del Real Betis escaló a la Delegación Nacional de Deportes, y Antonio Calderón terminó por presentar su dimisión al no tener el respaldo de la entidad presidida por el General Moscardó. El “caso Antúnez” también se llevó por delante a Eulogio Aranguren, quien presidía el entonces llamado Comité Central de Árbitros tras la conclusión de la Guerra Civil. En su etapa al frente de la Federación Sur, Antonio Calderón no dirigió a los árbitros a nivel nacional, como afirma un José María García, que por entonces tenía dos años.

En su etapa al frente de la Federación Sur, Antonio Calderón no dirigió a los árbitros a nivel nacional, como afirma un José María García, que por entonces tenía dos años

Los clubs españoles contaban con estructuras administrativas desde antes de la proclamación de la II República, al contrario de lo que indica el jubilado locutor. El cruento conflicto bélico arrasó al Real Madrid, que conservó los trofeos ganados gracias a la protección de Carlos Alonso. El valdepeñero se convirtió en 1919 en el primer secretario del equipo blanco, y conformó junto a Pablo Hernández Coronado el binomio que mantuvo con vida al club blanco. Alonso vivió en las oficinas de Chamartín, donde plantó un pequeño huerto en el mismo lugar que había celebrado los éxitos de los Quincoces o Zamora. Por estas actuaciones durante la Guerra, Hernández Coronado y Alonso vieron en peligro sus vidas con la victoria del bando nacional, cuando el club intentaba recuperarse bajo el mandato de Antonio Santos. La dimisión del gallego en 1943 abrió las puertas de la presidencia a Santiago Bernabéu de Yeste, que recelaba del excéntrico Hernández Coronado. La teoría sustentada por Julián García Candau apunta a que el almanseño sabía que Alonso lo denunció durante la Guerra Civil, lo cual contrasta con el reconocimiento público que tributó Bernabéu al primer secretario de la entidad con motivo del 75º aniversario.

1953 supuso la llegada a Concha Espina de dos personas que cambiaron la historia del fútbol: en mayo de dicho año, Raimundo Saporta entró en la directiva del Real Madrid, después de organizar con éxito el torneo de baloncesto por las bodas de oro blancas. Pocas semanas después, Saporta culminó la incorporación de Alfredo Di Stéfano. Bernabéu y Saporta pretendían dinamizar la gestión de un club que afrontaba su estreno en la Copa de Europa. El presidente siguió el consejo de Saporta de contratar a un gerente, por lo que Bernabéu se lanzó a por Livinio Stuyck. El empresario taurino que creó la Feria de San Isidro se tomó un mes para meditar, y finalmente rechazar, la propuesta. En medio de esa búsqueda, don Santiago coincidió el 15 de mayo de 1955 con un viejo conocido como Antonio Calderón, quien aceptó trasladarse a Madrid. El sevillano llevaba nueve años fuera de los círculos federativos, dato que desmorona la supuesta tesis que ha alumbrado José María García.

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Antonio Calderón contó con el pleno respaldo de don Santiago Bernabéu, una relación de máxima confianza que incluyó alguna que otra “santiaguina”. Con la lealtad a su presidente por bandera, Calderón actuó con seriedad como encargado de tratar con los futbolistas. En contraste con Raimundo Saporta, Antonio Calderón era el encargado de hablar con los jugadores cuando su rendimiento no era el esperado, y también de plantar cara a la Federación cuando consideraba que no habían recibido un arbitraje justo. Por su función indispensable durante las cinco Copas de Europa consecutivas, el apellido Calderón se asoció en el mundo del fútbol durante unos años al gerente del Real Madrid. El conocimiento enciclopédico de Calderón era valorado por Bernabéu, que le encomendó la tarea de los fichajes. Luis Carniglia, entrenador de la tercera y la cuarta, pidió explicaciones a Antonio Calderón por “la panza” con la que se incorporó Ferenc Puskas en 1958. Otra anécdota que le gustaba recordar a un hombre de memoria fluida como don Santiago era la salida de Luis Aragonés. Al presidente no le convencía el de Hortaleza, en contra de la postura de Calderón.

La hegemonía blanca en Europa también alumbró la particular “leyenda negra” que José María García intenta agrandar. Los detractores del Real Madrid fijaron sus miradas en Antonio Calderón como representante merengue en las reuniones arbitrales, las mismas en las que ahora los adláteres de Rafael Louzán (dígase Javier Tebas) califican de intolerable la ausencia de la entidad blanca. Durante la Guerra Civil (en la que tuvo que tratar con Queipo de Llano), Calderón aprendió que el fútbol y la política era una combinación peligrosa. Bajo esta máxima, durante la Transición prohibió que el Santiago Bernabéu se prestase para mítines de partidos. El gerente consideraba que fue el Régimen quien obtuvo beneficios del Real Madrid y no al revés, ya que el reconocimiento internacional del equipo blanco era incomparable.

Antonio Calderón llevaba nueve años fuera de los círculos federativos, dato que desmorona la supuesta tesis que ha alumbrado José María García

Don Santiago disfrutaba de sus jornadas en el mar, pero seguía al tanto de la actualidad del club mediante las puntuales llamadas, y en algunos casos visitas, del gerente a Santa Pola. Las relaciones con el poder en las postrimerías del franquismo estaban dañadas con anterioridad a la negativa a la construcción de un nuevo estadio en Fuencarral. Televisión Española abonaba una pequeña cantidad por la emisión de los partidos internacionales que disputaba el Real Madrid, lo cual desesperaba a Antonio Calderón por el impacto negativo en la taquilla. Los impagos de Televisión Española llevaron a que Bernabéu vetase la entrada de las cámaras en el coliseo blanco, por lo que Carlos Arias Navarro ordenó la detención del gerente.

En sus primeros años como redactor de Pueblo, José María García se ganó la confianza de Antonio Calderón. García frecuentaba la Ciudad Deportiva, donde jugaba al frontenis, décadas antes de que hablase de su recalificación de forma malintencionada. La imagen del periodista se disparó al incorporarse a Televisión Española. “Me fui diez minutos antes de que me echasen”, comentó García, que tenía el agua al cuello, entre otras cosas, por las quejas sobre sus comentarios que dio Antonio Calderón a la dirección del ente público. En un comprometido momento profesional, García buscó protagonismo con ataques hacia Bernabéu, del que decía que “chocheaba” y que “estaba más acabado que la Chelito”. Por su marcada admiración al presidente, Calderón se tomó estas palabras como una afrenta personal.

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Sobre los hombros de Antonio Calderón recayó el peso del Real Madrid durante la agonía de don Santiago, cuya pérdida le afectó profundamente. Según relató la viuda de Bernabéu, María Valenciano, a Jaime Martín Semprún en el extraordinario libro “La Causa”, el presidente fue consciente de su destino al preguntarle a Calderón si su estado de salud era tan grave como afirmaba la prensa, a lo que el gerente le contestó: “No te preocupes, Santiago, yo me haré cargo de María”. La sucesión diseñada se vino abajo con la salida de Agustín Domínguez. El entonces secretario, que gozaba de buenas relaciones con la UEFA y la FIFA, aceptó la oferta de Pablo Porta para trabajar en la Real Federación Española de Fútbol. El gran valedor de Domínguez, Raimundo Saporta, también se apartó de la carrera por la presidencia, por lo que Luis de Carlos fue nombrado presidente en septiembre de 1978. De Carlos exigió que Calderón aplazase su marcha al carecer de sustituto. Las tareas de Calderón y Domínguez fueron unificadas en la persona de Manuel Fernández Trigo, al que el sevillano tuteló durante sus primeros pasos en el Real Madrid. Tal era el respeto por Antonio Calderón en Concha Espina, que fue él quien heredó el despacho del almanseño.

Las desavenencias internas aceleraron la jubilación de Antonio Calderón, que recibió un caluroso homenaje en la Asamblea de 1979. El exgerente siguió ligado al club como asesor de Luis de Carlos. El señorío del presidente se vio desbordado por la entrada de José Luis Núñez en la Real Federación Española de Fútbol. Las luchas políticas pusieron en riesgo la celebración del Mundial de 1982. El PSOE presionó para que Raimundo Saporta dimitiese como presidente del Comité Organizador por motivos económicos, y el nombre de Antonio Calderón sonó como su posible su sustituto. El andaluz se encargó de autodescartarse para reducir la tensión. El verano de 1982 concluyó con las elecciones a la presidencia del Real Madrid, en las que Luis de Carlos agradeció públicamente el apoyo de Antonio Calderón, después de que el hijo del antiguo gerente se sumase a los partidarios de Ramón Mendoza. José María García monopolizaba la información sobre el Real Madrid, hasta el punto de que llamó “jodido cojo engañabaldosas” a J.J. Santos, cuando este le acusó de sabotearle una entrevista al presidente merengue.

José María García monopolizaba la información sobre el Real Madrid, hasta el punto de que llamó “jodido cojo engañabaldosas” a J.J. Santos, cuando este le acusó de sabotearle una entrevista al presidente merengue

El capítulo más significativo se produjo a finales de febrero de 1982, cuando el Atlético de Madrid filtró a la prensa que Calderón y Fernández Trigo cenaron con Urízar Azpitarte la noche anterior a un derbi en el Manzanares. No trascendió que el local fuese propiedad de la esposa de Calderón o Fernández Trigo, a diferencia del negocio millonario de “La Torrada” que regentaba Ana Paula Rufas. El arbitraje del vizcaíno en el triunfo por 2 goles a 3 de los blancos fue motivo de polémica durante varias semanas. El patrón de lo acontecido hace más de cuatro décadas es similar al que sigue el Atlético de Madrid en pleno 2025. Alfonso Cabeza consideró que los árbitros maniobraron para que el Real Madrid les arrebatase el triunfo liguero en la temporada 1980/1981. La hipótesis del Dr. Cabeza hace aguas, pues finalmente fue la Real Sociedad quien se alzó con el título. Quien sí confabuló para que el Atlético de Madrid no ganase fue Vicente Calderón, que se reunió con los directivos de la Real Federación Española de Fútbol para intentar volver a la presidencia rojiblanca. Enloquecido por las derrotas, el Dr. Cabeza intentó destapar una supuesta red de corrupción arbitral.

La segunda jornada liguera de 1981/1982 deparó la victoria del Real Madrid sobre el Atlético de Madrid por 2 goles a 1. El arbitraje de José María Enríquez Negreira terminó por sacar de sus casillas a Cabeza, que recrudeció su ofensiva contra los árbitros y la Federación mediante explosivas declaraciones. 26 de los 31 árbitros de Primera División se querellaron contra el Dr. Cabeza por, entre otras cosas, asegurar que los trencillas se vendían, y llamativamente entre los que no respaldaron la acción judicial estaba Enríquez Negreira. Ante el juez Epifanio Legido, Alfonso Cabeza se ratificó en sus acusaciones. El instructor acordó concederle la libertad provisional, aunque Cabeza (amigo durante sus breves días de gloria de García) solo presentó recortes de prensa.

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Las pancartas con referencias a los favores arbitrales al Real Madrid tomaron el Vicente Calderón el 10 de enero de 1982. La facilidad con la que Urízar Azpitarte mostró tarjetas (dos expulsados para cada equipo) fue el motivo de la ira rojiblanca, junto a un penalti bien señalado que anotó Uli Stielike. El entrenador colchonero, José Luis García Traid, dijo que el árbitro debía haber cobrado una prima por parte del Real Madrid. Alfonso Cabeza aseveró que Urízar Azpitarte le debía 28.000 pesetas, las cuales correspondían a la venta de ocho entradas que el colegiado entendía que le habían regalado. Los medios echaron leña al fuego y la directiva rojiblanca emitió un comunicado en el que hablaba de “la tendenciosa campaña que determinados medios de comunicación social vienen produciendo contra el Atlético de Madrid". El Dr. Cabeza anunció que retiraba a su equipo de la Federación y solicitó una investigación al Consejo Superior de Deportes. Como hiciese en la primera vuelta con Enríquez Negreira, el Atlético de Madrid evaluó con un cero el arbitraje de Urízar Azpitarte.

Mes y medio después del partido, un supuesto inspector de Policía alertó a varios medios y al Atlético de la cena entre el árbitro, Antonio Calderón y Fernández Trigo. El Real Madrid negó la acusación y solicitó a la Federación que esclareciese lo ocurrido. Las pesquisas confirmaron que Urízar Azpitarte cenó esa noche con Enrique Ortego, quien entonces trabajaba para Diario 16. La Justicia dio carpetazo a la denuncia del Atlético de Madrid, pero sí admitió la querella del árbitro contra el Dr. Cabeza. José María García perdió el interés por el asunto cuando una vez confirmada la no celebración de la cena, la cuestión era indagar quién había promovido esa falsa acusación contra el Real Madrid. Urízar Azpitarte no estaba afiliado a la Asociación Nacional de Árbitros de Fútbol (ANAFE), fundada por Jacinto de Sosa, contertulio de García, y a la cual sí pertenecía Enríquez Negreira. El vizcaíno reveló que la temporada anterior se reunió con Alfonso Cabeza en su domicilio. El presidente de ANAFE, Antonio de Coz, fue señalado por Urízar Azpitarte como el urdidor de la trama, según él, por extraños pagos metálico procedentes de Barcelona.

García sulfuraba por la negativa de Butragueño a facilitarle el teléfono de su casa. Esto dio paso a que la columna vertical del equipo fuese apodada por García como “las trillizas”, para evolucionar a su versión actual, según la cual afirma que “la Quinta del Buitre” fue “el timo de la estampita”.

Hace menos de un mes, Alberto Cosín (antes de ser purgado de X) rescató el programa que José María García dirigió en Antena 3 sobre el arbitraje español. Doce años después del polémico derbi, Urízar Azpitarte (pisotón de Stoichkov mediante) secundó a Sánchez Arminio junto a Enríquez Negreira. El intrépido García perdió su olfato periodístico a pesar su cercanía con Ángel María Villar, y no dio importancia a la depuración simulada de 1996 que apartó al vizcaíno para que Enríquez Negreira aumentase su poder en el estamento arbitral. “Cuando pitaba en el Camp Nou, Núñez bajaba a saludarme tras el partido y tomábamos una copa de cava brut. Y cuando perdían, me decía: ‘Urízar, y eso que te tengo alquilado un local para tu empresa...’. Y era verdad, en una esquina de la calle Balmes. Fue un gran presidente y buena persona”, declaró Urízar Azpitarte a Mundo Deportivo en 2020.

“Supergarcía” cedió el liderato de la radio deportiva, e intentó tomar el control del Real Madrid en las elecciones de 1995. El recordado muñeco ahorcado de 1994 estuvo precedido por los ataques diarios al Real Madrid. El locutor no perdonaba que Ramón Mendoza escogiese a Dorna, y no a Unipublic (compañía organizadora de La Vuelta Ciclista a España), como socio (y casi propietario de facto) de un club que bordeaba la quiebra. La cosa no acababa ahí, ya que Mendoza también era accionista del Grupo PRISA, al cual se refería como “el imperio del monopolio”. En sus alocuciones sobre Ramón Mendoza, García repetía lo de “presidente de pelo blanco y conciencia negra”. El empresario no se dejó extorsionar por García, que había presionado a De Carlos para conseguir primicias sobre el Real Madrid. En la Asamblea de 1991, Mendoza fue tajante: “Al Real Madrid no le puede contaminar el olor a butano”. La estrella de Antena 3 Radio sulfuraba por la negativa de Emilio Butragueño a facilitarle el teléfono de su casa. La postura del “Buitre” dio paso a que la columna vertical del equipo fuese apodada por García como “las trillizas”, para evolucionar a su versión actual, según la cual afirma que “la Quinta del Buitre” fue “el timo de la estampita”.

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El verdadero origen de las desavenencias de José María García con Ramón Mendoza tuvo lugar solo dos días después de que el Gobierno de Felipe González indultase al periodista. En plena celebración del Mundial de Italia 1990, Baltasar Garzón activó la “Operación Nécora”, que acarreó el encarcelamiento de Carlos Goyanes. El empresario era directivo del Real Madrid Castilla, además de trabajar junto a Alfredo Fraile (cuñado de García), y el locutor de Antena 3 Radio rogó a Mendoza que no cesase a su amigo. La rabia le jugó una mala pasada delante del micrófono, al confesar que recibió un chivatazo de la detención por parte de José María Rodríguez Colorado, director general de la Policía. Para desprestigiar a Mendoza, García aseguró que don Santiago Bernabéu había pedido en su lecho de muerte a sus colaboradores (entre ellos Antonio Calderón) que “ese hijo de puta no se hiciese con el control del Madrid”. Cualquier límite deontológico quedó excedido cuando José María García leyó en antena los resultados de una biopsia de la pareja de Ramón Mendoza. El empresario falleció en abril de 2001, seis meses antes de que el Tribunal Constitucional confirmase la condena a José María García por intromisión ilegítima al honor en relación a las supuestas palabras pronunciadas por don Santiago. Meses después, el Supremo condenó a los herederos de Mendoza a indemnizar al periodista porque en 1993 el entonces presidente blanco llamó “matón nocturno” o “canalla de la noche” al locutor.

El ascenso de Lorenzo Sanz en plena “guerra del fútbol” aumentó los ataques de José María García contra el Real Madrid. “Mancebo”, segundo apellido de Sanz que repetía el periodista, gestionaba la explotación del Hipódromo de La Zarzuela en detrimento de Alfredo Fraile, lo cual era imperdonable para García. Tres años después de la muerte de Sanz, García acusó en la Cadena COPE al expresidente de amañar un partido del Castilla. Horas después, José María García tuvo que reaparecer en antena para desdecirse después de ser amenazado con una demanda. Precisamente fue José Ramón de la Morena quien hace años dejó caer que fue José María García quien avisó a José Luis Núñez de la llamada que recibió Luis Milla en la víspera de la “primera liga de Tenerife” por parte, según las últimas versiones, de Guillermo Amor para aceptar un soborno y perjudicar al Real Madrid.

De la Morena hace años dejó caer que fue José María García quien avisó a José Luis Núñez de la llamada que recibió Luis Milla en la víspera de la “primera liga de Tenerife” por parte, según las últimas versiones, de Guillermo Amor para aceptar un soborno y perjudicar al Real Madrid.

El locutor dejó de llamar a Núñez el “Minilehendakari de las Ramblas”, para mostrarle su reconocimiento, influido por su amistad en común con Rafa Carrasco. Como se reveló en el Calciopoli, y más recientemente en la presidencia de Bartomeu, José María García mostró a José Luis Núñez una lista con periodistas que cobraban del Barça. La relación de García y Núñez fue de lo más estrecha, por lo que el periodista tenía preferencia por los azulgranas, del mismo modo que encumbró a Jesús Gil a la presidencia del Atlético de Madrid. Juan Luis Galiacho, biógrafo de Gil y Gil, afirmó que el locutor le debía un enorme favor al soriano. El motivo era que Jesús Gil recomendó a García que contase con su abogado, José Luis Sierra, para que defendiese a su padre, que recibió una denuncia por estafa. Este hecho también fue mencionado por Ramón Mendoza, en respuesta a que García se refiriese al directivo del Real Madrid Antonio Revilla como “el choricero” por la empresa de embutidos de su padre: “Más vale ser hijo de choricero que de un chorizo”, dijo el presidente blanco.

Los embustes de García (fake news para los modernos anglófilos) contra el Real Madrid son vetustos, pero algunos de ellos perduran de forma errónea. La leyenda de que en el Bernabéu “expulsan hasta a los sordomudos” también tiene “olor a butano”, como diría Mendoza. Las crónicas de la vuelta de dieciseisavos de la Copa de la UEFA de la temporada 1984/1985 entre el Real Madrid y el Rijeka difieren de su versión. Damir Desnica fue expulsado por doble amarilla (la segunda por perder tiempo) en el minuto 74, y no por protestar como asegura García. Una de las cantinelas más repetidas por García es que el Real Madrid regalaba relojes a los árbitros. Antonio Rigo dio fuerza a esta versión, y acusó directamente a Antonio Calderón. El árbitro de “la final de las botellas” cometió durante su carrera varios “errores” que favorecieron al Fútbol Club Barcelona, años antes de que fuese apartado por el “caso Camacho”, en el que se investigó si un directivo azulgrana había sobornado a Camacho Jiménez. “Más bien a partir de la final del 68 yo me hice más antimadridista que del Barcelona”, declaró Rigo en 2005.

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Los medios afines al Barça recuperan cada cierto tiempo esta teoría, sustentada por las palabras de Ljubomir Barin durante el juicio en el que fue condenado por los amaños del Olympique de Marsella. "Los ocho primeros equipos de la Liga les regalaban relojes de oro a los árbitros y a los linieres. La noche anterior, iba alguien del club a recogerlos al hotel, los llevaba a cenar y les entregaba los regalos", afirmó el recientemente fallecido José María Caneda. Las investigaciones en torno a Javier Enríquez encajan con lo señalado por el expresidente del Compostela. Ya con Joan Laporta como presidente, González Vázquez fue cazado con dos regalos (uno de ellos un reloj) tras dirigir en el Camp Nou un Barcelona-Zaragoza. Salvador Sostres aseguró que Joan Laporta dio el visto bueno delante de él a la compra de un reloj de lujo para regalar a Michel Platini, cuando este era presidente de la UEFA.

El resentimiento de José María García hacia el Real Madrid se remonta a su infancia. anhelaba lucir la camiseta blanca cuando jugaba en los juveniles del Plus Ultra, que tiempo se convirtió en el Real Madrid Castilla.

El odio de García al Real Madrid ha sido superado por su obsesión por Florentino Pérez. En su repetido relato, García obvia que se reunió con el entonces candidato a las elecciones a la presidencia del Real Madrid en 1995, como descubrió Alfonso Azuara. Acostumbrado a que los protagonistas del deporte se plegasen a sus exigencias, un García en decadencia abandonó las ondas menos de dos años después de que Pérez iniciase su primer mandato. El Tribunal Supremo condenó en 2015 a José María García por los insultos con los que arremetió contra Florentino Pérez. El resentimiento de José María García hacia el Real Madrid se remonta a su infancia, como recogió Vicente Ferrer en el libro “Buenas noches y saludos cordiales”. García anhelaba lucir la camiseta blanca cuando jugaba en los juveniles del Plus Ultra, que tiempo se convirtió en el Real Madrid Castilla.

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