Recuerdos de la Intercontinental de 1998 | OneFootball

Recuerdos de la Intercontinental de 1998 | OneFootball

Icon: La Galerna

La Galerna

·17. Dezember 2024

Recuerdos de la Intercontinental de 1998

Artikelbild:Recuerdos de la Intercontinental de 1998

Un partido que siempre permanecerá en mi memoria es el que se disputó el 1 de diciembre de 1998, en Tokio, y que supuso la consecución para el Real Madrid de su segunda Copa Intercontinental, 38 años después de lograr la primera, que, a su vez, también fue la primera que se jugó, en 1960.

Era una fría mañana de diciembre en Madrid, por aquel entonces yo trabajaba en una empresa de ventas de productos informáticos en Alcobendas. El partido se jugaba por la mañana, por la diferencia de horario con el país del Sol Naciente. Era un martes, día laborable, y hubo que tirar de imaginación para poder salir del trabajo, quizás con la clásica excusa de “tengo que ir a ver al cliente XYZ, que nos tiene que hacer el pedido de fin de año”.


OneFootball Videos


Recuerdo que el encuentro lo retransmitió Telecinco y que yo tenía que ver dicho partido en compañía de mi padre y, a poder ser, en algún lugar con ambiente futbolero. Nos aposentamos mi padre y yo aquella mañana en una cafetería cercana a su casa, en la calle Hermosilla, en pleno barrio de Salamanca. Una cafetería pequeña, con una decena de mesas orientadas hacia una televisión de mediano tamaño. Era una hora rayana a la hora del desayuno, entre medias entre tomar un café con churros o ya empezar consumiendo un vermú con unos boquerones en vinagre, todo un tanto extraño.

Artikelbild:Recuerdos de la Intercontinental de 1998

Esperando la hora del comienzo de la final, aproveché para que mi padre me refrescara aquella primera final de Copa Intercontinental, que se disputó a doble partido en 1960. Tras la ida jugada en Montevideo ante el Peñarol, que acabó con empate a cero goles, la vuelta se disputó el 4 de septiembre de 1960 —yo no había nacido por entonces— en el estadio Santiago Bernabéu, ante 120.000 espectadores, ávidos por ver proclamado a su equipo oficialmente como el mejor del mundo. Unos meses antes, recordemos que el Real Madrid había logrado la conquista de su 5ª Copa de Europa consecutiva, tras golear 7-3 al Eintracht de Francfort en Glasgow, en el mejor partido jamás disputado.

Obviamente, mi padre, socio del club desde 1928, estuvo presente en el Madrid-Peñarol, por lo que pudo narrarme con todo detalle aquella increíble exhibición, disputado a las 20:30 horas de la noche veraniega madrileña. A los 10 minutos, la final estaba prácticamente finiquitada, con 2 goles de Pancho Puskas y otro de Alfredo Di Stéfano, un 3-0 que dejó KO a los aurinegros de Peñarol, recientes campeones de la Copa Libertadores, en la que derrotaron al Olimpia de Asunción paraguayo. Era el Peñarol un auténtico equipazo, dirigido por Roberto Scarone, liderado en el campo por el centrocampista Luis Cubilla y con dos estiletes en su delantera como Carlos Borges y el ecuatoriano Alberto Spencer.

Artikelbild:Recuerdos de la Intercontinental de 1998

Se llegó al descanso con un claro 4-0, tras el gol del malogrado Chus Herrera —fallecería 2 años después tras su grave enfermedad—, y el segundo tiempo ya fue un paseo militar para los blancos, que marcaron su quinto gol por medio de nuestra Galerna Paco Gento, mientras que, en los últimos minutos, Spencer maquilló el marcador con su gol, que supuso el 5-1 final y el logro de aquel nuevo trofeo internacional para las arcas del club de Concha Espina.

Todos aquellos datos los iba narrando mi padre, mientras hacíamos tiempo para contemplar la que podía ser nuestra segunda Intercontinental. Recordemos que desde la de 1960, el Madrid tan solo había podido disputar la de 1966, también a doble partido, y contra el mismo rival uruguayo, el Club Atlético Peñarol, y que no logró conquistar ya que los Carboneros se impusieron en el año de los Yeyés con 2 victorias ante los blancos, 2-0 en Montevideo y un nuevo 0-2 en el Bernabéu, con 3 de los 4 goles marcados por Spencer, y con actuaciones sensacionales de su mítico guardameta Ladislao Mazurkiewicz.

Las imágenes de Telecinco mostraban la noche de Tokio, con el calentamiento de los recientes campeones de Europa de1998, entrenados por el holandés Guus Hiddink que sustituyó en el verano a Jupp Heynckes, que había transportado a la gloria de la Séptima en Amsterdam a los nuestros. El rival era el reciente campeón de la Copa Libertadores, los cariocas del Vasco de Gama, que habían batido en la final al Barcelona de Guayaquil, campeón de Ecuador.

Artikelbild:Recuerdos de la Intercontinental de 1998

Los brasileños se habían proclamado vencedores de la Libertadores por primera vez, y su figura principal era Juninho Pernambucano que, posteriormente, hizo una brillante carrera en Europa, con 8 campañas en el Olympique de Lyon, con 100 goles marcados y 7 ligas francesas conquistadas.

El partido, si lo recuerdan, resultó muy complicado para el Real Madrid, que llegaba en unas precarias condiciones anímicas por sus deficientes resultados en la liga española, deambulando entre el tercer y el sexto lugar de la clasificación, y con el puesto de Hiddink en entredicho (de hecho, fue destituido poco después, en febrero de 1999, siendo reemplazado por John Benjamin Toshack).

A mediados de la primera parte anotó el equipo merengue con un autogol del brasileño Nasa, tras un pepinazo de los muchos que protagonizó Roberto Carlos en su gloriosa etapa madridista. Parecía que iba a haber pocos goles aquella noche japonesa, y por el Madrid destacó como nunca el trabajo en defensa de Fernando Sanz en su mejor partido como jugador blanco. Era aquel Madrid un ramillete de grandes individualidades, con Redondo y Seedorf como directores de orquesta, pero que no acababa de cuajar un partido completo en liga, ni tampoco en aquella final.

El Vasco de Gama se apropió de la pelota en la segunda parte y comenzó un cierto asedio a su rival. En el minuto 55 igualó Juninho tras un golazo que no pudo atajar Illgner, eran los momentos de mayor dominio de los cariocas. Más tiros a puerta que los blancos —9 a 4 en total—, que apenas inquietaban al meta Carlos Germano. Tras la igualada, pareció haber una tregua entre los dos equipos, como si estuviesen satisfechos para ir a una prórroga, lo que comportaba una amenazadora incertidumbre. El partido era ciertamente trabado, con constantes interrupciones debido al gran número de faltas señaladas, 53 en total, 28 por parte del Real Madrid.

Ni un solo cambio por parte de los madrileños, que aguantaban la enorme humedad del ambiente con un ritmo de juego muy lento y con muchas imprecisiones en los pases. Todo cambió en el minuto 83, con un globo lanzado por Clarence Seedorf a los dominios de Raúl González, un auténtico islote en la delantera merengue, siempre perseguido por al menos dos rivales. Raúl estiró como nunca su pierna izquierda para pinchar el balón, y lo demás ya es historia, con su célebre aguanís, que dejó boquiabiertos a los más de 50 mil espectadores del Estadio Olímpico, y a todos los televidentes de medio mundo. Los madridistas llevábamos más de media hora mordiéndonos las uñas y casi dábamos por buena una prórroga para aclararnos las ideas.

Artikelbild:Recuerdos de la Intercontinental de 1998

Mi padre, q.e.p.d., se alegró como pocas veces recuerdo. Sin duda, su mente dichosa se transportó en aquel momento a 38 años antes, y, viendo las repeticiones del soberbio gol, me abrazó una y otra vez con lágrimas a punto de desbordar sus ojos. Y es que mi padre, mi mayor héroe, más que D’Artagnan y Jim Hawkins juntos, era un absoluto devoto de Raúl González, uno de los componentes de su trinidad favorita, compuesta por don Alfredo, Pirri y el propio Raúl.

El próximo miércoles me sentaré a ver la Copa Intercontinental, competición que se dejó de jugar en 2004, hace ya veinte años, cuando fue reemplazada por el Mundial de Clubs. El Real Madrid puede ponerse en cabeza en solitario en el palmarés de este trofeo, ganado 3 veces (la tercera en 2002 ante el Olimpia paraguayo), las mismas que el AC Milan, el Boca Juniors y los dos equipos de Montevideo, el Peñarol y el equipo del gran Pepe Santamaría, el Nacional. Y volveré a vivir, junto a mi padre en mi mente, aquella mañana de abrazos y de alegría del 1 de diciembre de 1998.

Getty Images.

Impressum des Publishers ansehen