La Galerna
·18 December 2024
La Galerna
·18 December 2024
Crisis profunda en el Real Madrid. De los 7 títulos a los que optaba al comienzo de la temporada, ya solo puede ganar 5.
El Madrid acaba de conquistar su novena Copa Intercontinental. La coña con la que encabezo este comentario gozoso trata de ser un amistoso retrato de la insatisfacción crónica de la crítica al Madrid, venga del enemigo o sea fuego afín. La Intercontinental vale sobre todo como sonoro epílogo a la Champions (solo juega la una quien gana la otra), y esta en concreto sirve también para consagrar a Carlo Ancelotti como el mejor entrenador de la historia de la entidad, con 15 entorchados, uno más que el mítico Miguel Muñoz pero en mucho menos tiempo. Uno puede tener sus gustos en cuanto a entrenadores, faltaría más, pero nobleza obliga y madridismo también. El Madrid es ganar y por tanto quien más gana es, por definición, el mejor.
El partido tuvo tan poca historia como mucha tiene el club. El Madrid bajándose del avión en Doha tiene más historia que todo el Barça sin Negreira. Imaginad cuánto recorrido tienen entonces los vikingos jugando esta suerte de partido de pretemporada en diciembre, y no digamos ganándolo. A veces el Madrid se autohomenajea a punta de laxitud. Si ha convertido la gloria en rutina, no se ve por qué no intentar convertir la rutina en gloria. De repente, decidieron que la primera combinación colectiva de cierto fuste del partido sería también la mejor del año, y que entre todos se meterían con el balón en la portería, aunque el último toque fuera de Mbappé. El Madrid celebraba así, con una apoteosis de coralidad, el título colectivo que aún no había ganado.
A veces el Madrid se autohomenajea a punta de laxitud. Si ha convertido la gloria en rutina, no se ve por qué no intentar convertir la rutina en gloria
De lo colectivo a lo individual, que debe ser algo parecido al método de Descartes, Rodrygo inventó al borde del área más que el Barça para inscribir a Olmo, y terminó chutando con la diestra para hacer el segundo. Jude, que estaba en fuera de juego posicional, se agachó para que el árbitro no interpretara que interfería. Salió bien, como lo hizo su agachada en Bérgamo cuando Vini le lanzó un pase a lo Kroos y había que evitar que le diese en la chepa y se malograse la acción. Agáchate y vuélvete a agachar. Este hombre tiene clase hasta para doblar la cerviz.
Carletto precelebró también a su manera, metiendo en el campo a Ceballos y Brahim, quienes con la inestimable ayuda de Valverde, tan constante, tomaron las riendas para evitar sobresaltos. Vini marcó de penalti afortunado para recelebrar su Premio The Best. Anotando, volvimos de lo individual a lo colectivo, y dejamos al Madrid donde tiene que estar: en lo alto del mundo.
Enhorabuena, madridistas.
Getty Images.