
La Colina de Nervión
·13 March 2025
Milagro

La Colina de Nervión
·13 March 2025
Cuando todo hacía presagiar una hecatombe irremediable, llega el Sevilla Fútbol Club y obra el milagro. La temporada en la que se acumulaban motivos para ser absolutamente pesimistas y vaticinar que cualquier catástrofe era posible se volvió aún más aciaga durante el mercado de invierno en el que la plantilla salía más deteriorada de lo que entró. Durante el mes de enero, el equipo iba perdiendo efectivos, empezando por su capitán Jesús Navas, a quien acompañaban posteriormente otros actores secundarios que, ya antes de iniciado el plazo de fichajes, habían dimitido de su sevillismo poniendo su afán exclusivamente en marcharse. Ni Barco, ni Montiel ni Iheanacho sentían ya el escudo que llevaban en su camiseta cuando se iniciaba el mes de enero, en el que, por si fuera poco, la imagen del equipo sufría un brutal vapuleo en partido copero en Almería.
Así comenzó un año que apuntaba a históricamente nefasto y que, sin embargo, ahora hace que algunos conciban esperanzas de que puede ser continentalmente exitoso, sobre todo si se tiene en cuenta que en el presente 2025 solo se ha cosechado una derrota, y tan esperable como ante el intratable FC Barcelona. Por tanto, la depauperación de la plantilla que han obrado los inefables Del Nido Carrasco y Víctor Orta no solo no ha derivado en desastre, sino que ha situado al equipo con opciones de alcanzar premio gordo para el curso próximo. En dos meses y medio, con tan solo nueve partidos ligueros disputados, se han desvanecido los augures de quienes no dudaban en pronosticar el descenso y se han abierto nuevas opciones para el asalto a una plaza europea en la que absolutamente nadie confiaba ni al inicio del campeonato ni mucho menos al comienzo de este año que se inauguraba con goleada sufrida en tierras almerienses.
Sin duda alguna, debe tratarse de un milagro pues, aunque haya mediado la mano de algún ser humano, da toda la impresión de que semejante giro de los acontecimientos es obra de algún ente celestial. Sin embargo, quienes no creemos en milagros ni en intervenciones divinas no tenemos más remedio que apelar a alguna característica propia de esta maravillosa entidad llamada Sevilla Fútbol Club, la cual en el siglo XXI ha sido capaz de rebelarse contra su propia historia para convertirse en un emblema de consecución de lo imposible. Quizá haya sido la casta, o el coraje, o la unión de ambas cosas, o el orgullo, o el amor propio, o la rebeldía, o vaya usted a saber cuál de todas estas virtudes que hoy se conjugan por Nervión, lo que ha provocado que la frustración se haya convertido en esperanza.
Es una lástima que la presencia de unos dirigentes tan nefastos como el presidente y el director deportivo actuales impida que el sentimiento sevillista se libere de temores y deje volar sus deseos de gloria, como ya ha ocurrido en multitud de ocasiones anteriores. A buen seguro que en otras circunstancias de paz social y de confianza en la gestión, el sevillismo estaría a día de hoy enfervorizado con la posibilidad de derrotar el próximo domingo a un rival teóricamente muy superior para consolidar las posibilidades que, tras la victoria en Anoeta, se han abierto de enmendar esta temporada que amenazaba con ser espantosa. Porque derrotar a los leones aprovechando que llegarán al Sánchez-Pizjuán con el mismo cansancio físico y mental que ya evidenció la Real Sociedad el pasado domingo debido a su complicado compromiso europeo, no solo es algo posible, sino que alcanza mayor dosis de probabilidad habida cuenta de la dificultad que supone para casi todos los equipos compaginar varias competiciones, lo cual debería enervar los ánimos de una afición que, sin embargo, se hunde actualmente en el descreimiento.
Habrá, por tanto, que depositar la confianza en que cuando el domingo los relojes anden por las seis de la tarde haya tenido lugar otro milagro y el Sevilla FC haya adicionado otros tres puntos al casillero para que esa descreída hinchada suelte amarras y navegue sin cortapisas hacia el siguiente puerto, nada menos que un derbi que puede estar más igualado de lo que se podría pensar hace unos meses. Para que se obren milagros es preciso tener fe y esperanza, justo lo único que no se debe perder nunca en la vida.