DaleRojo
·10 May 2025
Parce, duele ver a Leonel Álvarez en el otro lado

DaleRojo
·10 May 2025
Parce… qué noche tan larga la de ayer. Otra vez el Poderoso se quedó sin poder, y no solo perdimos 2-0 contra el Atlético Bucaramanga, sino que aplazamos esa clasificación que ya olía a fiesta. Lo que más duele no es el resultado, sino ver a ese man en la línea del frente… sí, el mismísimo Leonel Álvarez, ese que nos hizo gritar campeón dos veces, hoy celebrando con otro escudo en el pecho. Eso fue un puñal al corazón, pero también un recordatorio de lo que fuimos.
¡Ay, Leonel! Vos sabés que te amamos. No por traidor, sino por lo que representás en nuestra historia. Verte celebrando los goles del rival es como ver a tu ex subiendo fotos feliz con otro: uno dice que no le duele, pero por dentro uno se está partiendo en mil. Vos fuiste el patrón de este barco, el que nos enseñó a soñar. ¿Y ahora? Nos estás empujando al fondo desde otro timón.
Y el equipo… ay, parce, el equipo. Uno que quiere defenderlo con la vida, pero a veces se la ponen difícil. Sin ideas, sin garra, sin esa sangre en el ojo que tanto pide la hinchada. No podemos depender de un milagrito de última fecha pa’ clasificar. ¡Esto es el Medellín, hermano! Se juega con el alma y se clasifica con huevos, no con calculadora en la mano.
Lo más triste es que la gente sigue yendo, sigue alentando, sigue creyendo. El Atanasio no se rinde, porque acá somos fieles hasta el final. Pero también estamos mamados de ver cómo se nos escapa todo en el último suspiro. Y mientras nosotros sufrimos, el rival se goza el momento con el que fue uno de los nuestros. Eso arde, parceros… eso arde feo.
Pero tampoco vamos a crucificar al profe Leonel, ¿o qué? Él hizo su trabajo, y lo hizo bien. Nos ganó en la pizarra, en el corazón, en el temple. No nos duele por rabia, nos duele por nostalgia. Porque cuando lo vimos ahí, levantando los brazos con otro escudo, se nos vino encima toda una época que hoy parece tan lejana. Una época donde el DIM era familia, era lucha, era gloria.
Hoy más que nunca necesitamos que el equipo despierte. Que se sacuda la pereza, el miedo y la desidia. No podemos seguir dejando que otros escriban nuestro destino. Hay que pararse firme, mirar pa’l frente y recordar que este escudo no se rinde. Nos quedan balas, nos quedan sueños, y aunque la tabla nos tenga en vilo, todavía hay tiempo de sacarla del estadio.
Así que, Poderoso, vos decidís: ¿te vas a quedar viendo cómo otros celebran? ¿O vas a salir a romperla, como cuando teníamos a Leonel en el banco? No hay excusas, no hay margen. Solo queda darlo todo, como lo hace la hinchada en cada partido, en cada esquina, en cada barrio. Porque nosotros no abandonamos, y vos, Medellín, tampoco lo podés hacer. ¡Vamos, carajo!
Live
Live
Live