Balonazos
·13 de septiembre de 2024
Balonazos
·13 de septiembre de 2024
Por Luis Enrique Vilchez.- El argentino Carlos Martín Volante conquistó Brasil por sus actuaciones en Flamengo. El impacto del surgido en Lanus hizo que en el país de los pentacampeones del mundo se usara la frase “juega como Volante” de los entrenadores a sus jugadores, para darle denominación a una posición en el campo, que también conocemos como mediocampista. A esto le podemos acuñar una idea de Juanma Lillo: “Dime con qué mediocentro andas y te diré qué equipo eres”. Hoy en día la Vinotinto compite desde otras herramientas, pero no de su medio campo. La Vinotinto de los volantes.
Santificamos a Rafael Romo, mientras San Wuilker resucita en la Cota 905, admiramos la capacidad física del “Brujo” Martínez -uno se cansa de verlo correr, tiene cuatro pulmones-, un Jon Aramburu convertido en Máximo Décimo Meridio hizo que no extrañáramos mucho a Alexander González -figura en las primera seis fechas de Premundial- y Salomón Rondón, quien para muchos ha abierto un debate de si es el mejor jugador de la historia, por encima de Arango. Tenemos nuestra fuerza en las dos áreas y en el despliegue físico. Eso nos tiene con 10 unidades.
Pero lo decía el filósofo José Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis circunstancias”. El contexto actual es que Perú y Chile no levantan. Bolivia se acaba de ganar el beneficio de la duda y Paraguay con el “cazador de utopías imposibles”, Gustavo Alfaro, un recambio generacional con piezas campeonas del Preolímpico, tiene los números de tumbar a la Vinotinto de la sexta casilla. El séptimo lugar da acceso a repechaje, territorio inédito para la selección nacional. Pero esta vez no será un encuentro con Australia o Costa Rica.
En el nuevo formato participarán seis selecciones: una de Asia, una de África, dos de Concacaf y una de Oceanía. Dos semifinales y dos finales. Esto lo explica mejor el diario ecuatoriano Primicias. Aunque no hay enfrentamiento contra UEFA, donde esquivas un hipotético cruce con la Noruega de Halaand o la Eslovenia de Sesko, igual te juegas todo en cruces directos.
Para hacer la tarea en el vecindario Conmebol y no jugarnos la vida en choque continentales, tiene que surgir la Vinotinto de los volantes. Fernando Batista se tiene que entregar o hacer cuajar esa demarcación que un compatriota suyo hizo brillar en Rio de Janeiro. No está nada mal que la figura de la selección sea Jon Mikel Aramburu, un futbolista que contagia el resto con su entrega. No te hará una ruleta o una elástica, no dejará a dos rivales regados con su cambio de ritmo ni colgará un centro como Trent Alexander-Arnold, pero es más fácil graduarse Matemática Pura en la UCV que ganarle un duelo. Sin embargo es menester que brillen otros intérpretes. Los fulanos volantes.
Camino a Catar 2022 todo parecía indicar que el camino a seguir era entregarse a las bandas. La norma del juvenil dejó como cosecha una gran producción de extremos. “Para decirte el tipo de jugador abunda, se va a reflejar en el tipo de jugadores que estamos exportando. En su mayoría hay una gran cantidad de jugadores de banda. Extremos explosivos con buenos duelos. Cuando revisas todas las selecciones que tenemos veras una gran cantidad de jugadores, muchos en el extranjero y otros con un potencial tremendo en distintos equipos en esa posición. Eso tiene que ver con la influencia en la norma en este tipo de jugadores (…) Es una realidad que los jugadores de banda son los que más estamos produciendo, por los menos con mayor nivel.
¿Qué le falta al fútbol venezolano?. Como producimos buenos y gran cantidad de extremos, si lo hiciéramos en todas las posiciones tuviéramos un fútbol con mayor capacidad de jugadores y así se hace crecer el nivel de oposición, no solo dentro de tu equipo y tu competencia”, explicó el estratega José Hernández en Balonazos, a mediados de 2020.
Uno de los jugadores que ratifica esa creencia a no darle la llave del carro a los: Yeferson Soteldo, Darwin Machís, Jhon Murillo o Eduard Bello, se llama Jefferson Savarino. Muchas veces amarrado en los costados, pero en verdad es más un verso suelto para tejer las jugadas y que luego de sus intervenciones si vuelen figuras como “Soteldinho”. Su actualidad en Botafogo como uno de los jugadores más dominantes en la Libertadores invita a aprovechar su estado de forma en este último tramo de eliminatorias: Argentina (local), Paraguay (visitante), Brasil (local) y Chile (visita). Cruzar el Darién, como lo definió Alfredo Coronis.
Se sabe que no se puede extrapolar el rendimiento de clubes a la selección. Sobre eso dejo aquí unas reflexiones de Miguel Quintana, en la revista Panenka. “Para empezar porque al contrario de lo que solemos comentar tanto aficionados como periodistas, el seleccionador no tiene que crear una selección con los 23 mejores. Ni siquiera elegir a los 23 que mejor han estado esa temporada. Esa lista, que ya de por sí admitiría mucho debate, muchas veces no acercaría al seleccionador a su principal y único objetivo, que no es otro que el de vestir de equipo de fútbol a una selección. Ni repartir méritos ni impartir justicia. El ‘se lo merecía’ vale poco en el fútbol y en la vida, pero todavía vale menos en el fútbol de selecciones. No hay tiempo para ello. No sirve de nada”, escribió el comentarista español.
El texto escrito en 2018 cierra: “Como ambos explican, si ya el rendimiento de un futbolista en un club no se puede extrapolar al de otro club, hacerlo al de una selección es imposible. Las circunstancias, los tiempos, los problemas y los juicios mediáticos son completamente diferentes. Quizás, de ser entrenadores de la Roma y del Manchester City, tanto Roberto Martínez como Joachim Löw seguirían contando con estos futbolistas. Allí tendrían tiempo para pulir, moldear y adaptar sus condiciones, que realmente son muy valiosas. Pero ellos no son entrenadores. Son seleccionadores. Una profesión diferente”. Esto es entendible, pero desde el ciclo José Peseiro, el portugués hablaba la necesidad de juego interno. Ante la incógnita de la salud de Yangel Herrera, las miradas se posan en Savarino, Telasco Segovia y Kervin Andrade.
La edad no debe ser un limitante cuando Brasil en crisis recurre a Estêvão o Endrick. En Ecuador la “10” la lleva Kendry Páez. Incluso a la lista de nombres criollos antes mencionados se puede incluir a David Martínez con un rol más de articulador en la Vinotinto. Un zuliano, un larense y dos orientales puede ser la clave de darle ese “upgrade” que Ignacio Benedetti habla en sus análisis. El primer reto de Batista era cortar la sangría de goles y mostrar una mentalidad competitiva. Eso se vio de local ante los meridionales y Uruguay. El equipo tuvo arco en cero y supo sumar.
Pero el siguiente reto de “Bocha” es que llegue la Vinotinto con mayor fluidez en su juego y que solo viva de la presión. Que cuando en las escuelitas de fútbol vaya entrar un mediocampista, su entrenador le diga “Juegue de Savarino o Telasco”. Eso nos permitirá jugar bien. Capaz si se afianza esa ruta, podemos aspirar a caer en el campo de la estética y jugar bonito. Pero sin juego por el carril central no hay paraíso (Mundial). La Vinotinto de los Volantes…
Luis Vílchez blog
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