REVISTA PANENKA
·16 de junio de 2020
REVISTA PANENKA
·16 de junio de 2020
Hace menos de dos años, Aitor Cantalapiedra (Barcelona, 1996) emigró a los Países Bajos con el objetivo de seguir progresando en su carrera profesional. El FC Twente, recién descendido a la segunda división neerlandesa, contrató los servicios de un joven extremo que había pasado por los filiales del Barça, del Villarreal y del Sevilla. Aquella operación le salió redonda al club de la ciudad de Enschede, pues Aitor se convirtió en uno de los mejores argumentos del equipo. En su primera temporada, entrenados por Marino Pusic, los ‘Tukkers’ lograron regresar a la Eredivisie tras quedar campeones. Y en la segunda, dirigidos por el hispano-uruguayo Gonzalo García García, han logrado salvar sobradamente la categoría con un conjunto plagado de españoles: Javier Espinosa, Oriol Busquets, Julio Pleguezuelo, José Matos y el propio Aitor. La pandemia del Coronavirus ha provocado que la organización neerlandesa suspendiera el campeonato. Esta decisión y la lesión que le apartó de los terrenos de juego a principios de febrero, han impedido que Cantalapiedra pudiera despedirse de su afición. Tras acabar contrato con el Twente, Aitor firmará con el Panathinaikos. Ha demostrado su nivel en los Países Bajos durante dos campañas y, ahora, espera seguir haciéndolo en Grecia. Tras ascender el año pasado a la máxima categoría neerlandesa, has conseguido muy buenos números (siete goles y seis asistencias) en tu primer curso en Eredivisie. ¿Qué balance haces de la temporada? Ha sido un año difícil porque empezamos muy bien, pero a partir de la octava jornada el equipo dio un bajón importante. No pudimos superar eso. Nosotros trabajamos cada semana para intentar mejorar, pero se nos hacía complicado. Aun así, hemos disfrutado de la temporada porque éramos un equipo muy joven y hemos aprendido mucho todos. Hay que quedarse siempre con las cosas positivas, nos hemos salvado y tampoco hemos estado cerca del descenso. Empezamos bien la liga y hemos hecho grandes partidos, algunos de ellos contra los mejores equipos. En la primera jornada recibisteis al PSV y empatasteis a uno. También recuerdo una gran primera parte frente al Ajax en Enschede. Sí, en el partido contra el Ajax empezamos muy bien, llegando a ponernos 2-0, dominando incluso. Llegamos a la media parte con un 2-1, pero estos equipos te someten mucho, te meten atrás y debes tener tu mejor día y que ellos no tengan el suyo para poder ganar. Por desgracia, al final acabamos 2-5. Cuando llegaste al Twente el equipo acababa de descender a segunda división ocho años después de ganar la Eredivisie. ¿Qué suponía eso para el club? Fue un golpe duro. Llevaban algunos años con una dinámica muy mala, económicamente y deportivamente. El club tocó fondo y tuvo que reinventarse con gente nueva, con un proyecto nuevo. Al final con paciencia y trabajo las cosas han salido porque conseguimos el ascenso en el primer año, que nos costó porque no empezamos del todo bien, pero a mitad de temporada ya estábamos estupendamente. Tuvimos una racha de 15 partidos sin perder y eso nos dio la vida. Y ahora en este curso, en primera, hemos podido consolidarnos, con gente joven además. Está muy bien y creo que es la línea que debe seguir el club. El otro día un compañero de Panenka entrevistó a Roger Riera, jugador del NAC Breda, y, precisamente, le dijo que en los Países Bajos se apuesta mucho por la gente joven. Es verdad. Es un país que saca mucho talento, jugadores vistosos y técnicamente muy buenos. Al ser un campeonato inferior a las grandes ligas, también sirve para que los equipos de las mejores competiciones cedan a las promesas para que aprendan y puedan dar un salto en su carrera. Eso se ve prácticamente en todos los equipos holandeses y creo que es algo muy bueno para la liga y para los propios jugadores. «El Twente me dio energía positiva y confianza» Llegaste con 22 años y en tu primera campaña en Enschede marcaste 13 goles, diste ocho asistencias y, además, te dieron el premio al mejor jugador de la temporada. ¿Qué significó para ti tener ese impacto? La verdad es que yo venía de un año malo en Sevilla, y apareció el Twente y me dio energía positiva y confianza. Gracias a un trabajo constante y al hecho de rodearme de buenos compañeros salió una temporada muy buena. Estuve muy contento, éramos un grupo unido y todos íbamos a una. Eso, al fin y al cabo, es un plus para el jugador. Cuando uno se siente querido y apoyado todo sale mucho mejor. Y todo esto se trasladó a tu segundo año, hasta que en febrero sufriste una lesión. En una entrevista para Diario AS comentaste que en uno de tus últimos partidos de la campaña 2018-19 te hiciste tres mini fisuras en el pie, pero que el Twente te forzó a jugar tomando pastillas para el dolor durante siete meses. Sí, aunque no quise decir exactamente eso. Me lesioné a falta de pocos partidos para acabar la temporada pasada y me pusieron una especie de escayola. Seguí un tratamiento en Barcelona y los fisioterapeutas de aquí mandaron una serie de pautas a Holanda de lo que debía hacer para no recaer. Cuando llegué allí simplemente no hicieron caso a las pautas y me volví a lesionar. Ha sido un año bueno, aunque considero que podría haber dado todavía más. Los números no son malos, pero quizá, si hubiese podido estar al 100%, podría haber sido incluso mejor. ¿Cuál es el momento más emocionante que has vivido con la camiseta del Twente? Cuando ganamos la liga, ese día fue increíble. Ver una ciudad entera volcada con el equipo y sabiendo lo mal que lo había pasado la gente que ama al club… La felicidad y el entusiasmo de volver a la primera categoría fue impresionante. Otro momento inolvidable fue cuando jugué por primera vez en el De Grolsch Veste [estadio del Twente]. Yo no sabía que antes de los partidos se ponía el You’ll never walk alone. Cuando entré al campo y empezó a sonar no me lo creía, estaba todo el estadio cantándolo. En todos los encuentros en casa se me ponían los pelos de punta al escuchar esa canción y ver el ambiente, con unas 30.000 personas en las gradas. Entre la lesión y la terrible crisis sanitaria que hemos vivido no habrás podido despedirte como hubieras deseado del Twente. Aun así, imagino que estarás contento por tu reciente fichaje por el Panathinaikos. Hay muchos jugadores que nos hemos ido de nuestros clubes con la pena de no poder despedirnos de la manera que nos hubiese gustado. En el campo, con la gente. De todas formas estoy contento por el fichaje con el Panathinaikos, claro. Creo que es un paso adelante en mi carrera ir a una de las mejores entidades de Grecia. Estos últimos años lo ha pasado mal con la sanción europea, pero creo que hay un proyecto muy bueno. Xavi Roca [director deportivo del Panathinaikos] me llamó y me estuvo hablando sobre dicho proyecto. La verdad es que no tuve muchas dudas. Tengo ganas de ir allí y empezar a entrenar con el equipo. Tengo ganas de volver a sentirme futbolista, llevo mucho tiempo parado. La siguiente temporada incluso puede que tengas la oportunidad de jugar competición europea con el Panathinaikos. Es un buen escaparate para un futbolista. Sí, por supuesto. La verdad es que la idea del proyecto es devolver el club a su lugar, que es ser un referente en Grecia e incluso en Europa. Ese es el objetivo, es algo bonito y ambicioso, y en la vida se tiene que ser ambicioso. ¿Sabes ya alguna palabra en griego? Aún no [ríe]. El griego es más complicado que el neerlandés, pero, al fin y al cabo, en los Países Bajos casi todo el mundo habla inglés, entonces ha sido mucho más fácil. Pasaste por las categorías juveniles del Barça y llegaste a debutar con el primer equipo en Copa del Rey contra el Villanovense. ¿Cómo recuerdas aquella experiencia? Fue increíble. No se me olvidará nunca. Es el sueño de muchos niños y yo tuve la suerte de hacerlo realidad. Llegué para jugar en el juvenil A y después subí al Barça B, justo el año que el equipo descendió a Segunda B. Fue un curso difícil porque éramos un grupo nuevo, con un entrenador nuevo y no nos conocíamos aún todos. También era una categoría nueva para muchos jugadores. Recuerdo que no fue como a todos nos hubiera gustado, pero tuve la suerte de agradarle a Luis Enrique y pude subir a entrenar con ellos bastante. Me dejaba la piel. Para mí el simple hecho de estar allí, al lado de aquellos jugadores, ya era lo máximo. Además, yo no era un futbolista mediático como sí lo eran otros de mis compañeros en el Barça B o en el juvenil. Yo acababa de llegar y esa gente llevaba años en la cantera, así que cuando Luis Enrique me llamaba yo intentaba hacerlo lo mejor posible. A raíz de eso me dio la oportunidad de jugar media hora de la ida contra el Villanovense. Empatamos a cero. Fue un partido difícil porque el campo era pequeño y ellos jugaban con toda su alma para ganar al Barça. Aun así, considero que lo hice bien porque Luis Enrique me premió con la titularidad en la vuelta en el Camp Nou. Ahora que ya tienes más experiencia, ¿notas mucho la diferencia de la metodología del Barça con la de otros clubes? Cada club es diferente, pero la metodología del Barça es diferente al resto. Para jugar en el Barça primero tienes que adaptarte. Parece muy fácil desde fuera, pero es muy complicado. Está claro que si eres un jugador de primera clase mundial pues te será más fácil, pero igualmente te va a costar. Eso se aprecia en el primer equipo, no todos los futbolistas han conseguido adaptarse al juego. Te marchaste de Barcelona para seguir creciendo en Villarreal. ¿Cómo recuerdas tu paso por la entidad castellonense? Villarreal fue muy bonito. Pude crecer mucho como futbolista y me dieron la oportunidad de debutar en Primera División. Le guardo un cariño especial porque es un club muy familiar que, respecto a la cantera, no tiene nada que envidiarle a los grandes clubes de España o de Europa. A nivel de personal, de jugadores, de directivos… Es un club que me quedará marcado para siempre. Fue una experiencia muy bonita, aunque jugáramos en Segunda B. El Villarreal tiene jóvenes con mucho potencial, y eso se puede apreciar en las categorías inferiores, donde los equipos siempre están en las posiciones altas de las ligas. Eso es gracias a la gente que trabaja en la cantera y a la manera de cuidar a los jugadores. Tras el Villarreal estuviste una temporada en el filial del Sevilla, que, como has dicho antes, fue un año difícil. En cambio, llegas al Twente y todo va mucho mejor. Has dicho alguna vez que el juego que predomina en los Países Bajos permite potenciar tus cualidades. La verdad es que sí. Holanda siempre se asocia a las características de la idea Cruyff, el juego de toque. Es algo bonito, pero conlleva que los equipos defensivamente estén menos trabajados. La mayoría salen desde atrás, jugando y distribuyendo el balón, entonces con la presión alta hay muchos robos, son partidos de ida y vuelta. Para los jugadores de ataque como yo va bien porque hay muchos más espacios a las espaldas y los contraataques son más peligrosos. «Mi paso por Holanda me ha ayudado a crecer y a entender otras maneras de jugar a las que no estaba tan acostumbrado» Las características del juego facilitaron que en tu primera temporada te convirtieras prácticamente en la estrella del equipo. Todo fue rodado. Al principio nos costó entendernos porque éramos un equipo completamente nuevo, pero cuando empiezas con buen pie en un club todo sale mejor. Y cuando te dan confianza pareces otro jugador, aunque en realidad sigas siendo el mismo. Mi paso por Holanda me ha ayudado a crecer y a entender otras maneras de jugar a las que no estaba tan acostumbrado. Precisamente en el partido contra el Ajax en casa marqué el segundo gol gracias a eso. Recuerdo que era un saque de banda y querían distribuir la pelota, pero la robamos rápido en medio campo. Ellos juegan muy abiertos y nosotros habíamos aprendido que cuando les arrebatásemos la posesión debíamos ser directos y atacar las espaldas. Fue así como logré marcar, tiré el desmarque entre el lateral y el central y me quedé solo para poder cruzársela a Onana. De pequeño pasaste por las categorías inferiores de la Damm, el Cornellá, el Espanyol, el Sant Andreu… ¿Cómo recuerdas tu juventud futbolística previa al Barça? Cuando estás en el fútbol base no te imaginas qué pasará en el futuro. Cuando eres pequeño tienes el sueño de ser futbolista profesional, pero aún no sabes que lo llegarás a ser. Pueden pasarte mil cosas: lesionarte, ir por mal camino, rodearte de gente con la que no deberías… Yo disfrutaba mucho y he tenido la suerte de jugar en las mejores canteras de Catalunya. ¿Qué referentes futbolísticos tenías en esa época? Antes, como jugaba de mediapunta, me gustaba mucho Guti. Tenía una buena zurda y me encantaba. También Messi, supongo que como a la mayoría de niños, y Robben. Me he fijado mucho en este último porque yo siempre intento meterme desde la banda hacia dentro, asociarme y golpear al palo largo. En eso Robben era una máquina. ¿Qué esperas de tu futuro profesional a partir de ahora? Espero conseguir los objetivos que tiene el Panathinaikos. Si eso es así, y puedo contribuir con goles, asistencias y minutos, estaré más que satisfecho. Voy a trabajar por ello, para que así sea. A nivel personal intentaré estar a la altura año a año porque el mundo del fútbol cambia constantemente. Si no estás a la altura el tren se te pasa rápidamente. Durante el confinamiento, a parte de recuperarte de la lesión, ¿qué has hecho para no aburrirte tanto tiempo en casa? He jugado mucho a la Play, más de lo que pensaba que iba a jugar. Lo que más he hecho, por eso, ha sido ver series. Si te digo todas las que he visto… [ríe]. He visto Juego de tronos, Ozark, El marginal, La casa de papel, he vuelto a ver Breaking bad… Me he pegado un buen vicio. SUSCRÍBETE A LA REVISTA PANENKA Fotografías: Twitter de Aitor Cantalapiedra (@AitorCF10).