El Nueve y Medio
·28 de febrero de 2020
El Nueve y Medio
·28 de febrero de 2020
En otro jueves vibrante, con 16 partidos disputados en la UEFA Europa League, destacamos algunos detalles vistos en los partidos de vuelta de dieciseisavos de final. Escriben Jordi Bacardit, Pedro Lampert, Fede De Mello y Hugo Marugán.
El partido jugado en la tarde del Estadio Do Dragão no distó demasiado de lo que pudimos ver hace una semana en el Bay Arena durante el choque de ida de esta misma eliminatoria que enfrentaba a Porto y Bayer Leverkusen.
La historia fue difícil para los Dragões desde el comienzo, ya que con problemas a la hora de asentarse en campo rival a través de juego directo y concediendo pérdidas en sus pocas pero ineficientes tentativas de salir elaboradamente por fuera comenzando las secuencias con dos centrales sin capacidad de acaparar tantas responsabilidades a la hora de iniciar el juego, no logró crear ocasiones de peligro durante toda la primera parte.
En este sentido, si bien las dificultades emergían a raíz del mal escalonamiento con balón y el escaso acierto técnico, se toparon con un nombre que apunta fuerte a ser el fichaje de invierno en Alemania: Edmond Tapsoba. El burkinés completó una actuación tremenda a la hora de controlar el juego directo hacia Marega -tal como en la ida-, anticipar recepciones entre líneas a espaldas de un frágil doble pivote, imponerse a campo abierto y evidenciar una elasticidad física notable para salir de presiones como acontece en el origen del 0-2.
Por el lado de Havertz, si bien el Leverkusen estuvo lejos de realizar un buen partido en ataque posicional y genera dos de sus tres goles en transición, el alemán sigue demostrando estar cerca de volver a su mejor versión. Havertz -no siempre- es la anomalía dentro de lo estático que es el equipo de Bosz por delante del balón y así fue apreciable en el origen del primer gol, viniendo al apoyo, dejando de cara a un interior y luego tomándose la pausa para dar el último pase. Fue una amenaza sobre la espalda de Sérgio Oliveira y Mateus Uribe durante gran parte del encuentro y prácticamente indescifrable, sin perder su habitual autosuficiencia cuando puede correr y decidir con espacios
Tras el 1-0 cosechado en el Olímpico hace una semana, la Roma visitó Bélgica para medirse al Gent y certificar su clasificación a los octavos de final de la UEFA Europa League. Y aunque lo hizo, con un 1-1 final, las sensaciones del equipo de Paulo Fonseca no fueron positivas.
El Gent de Jess Thorup se caracteriza por usar un modelo de juego en 4-3-1-2 que busca presiones altas y agresivas. Ante esto, la idea de Fonseca fue perfecta; el francés Jordan Veretout lateralizaba su posición en derecha, atraía la presión rival, y posteriormente el equipo progresaba por fuera con los laterales, Spinazzola y Kolarov. Una vez el equipo italiano salía y avanzaba por fuera, atraía el bloque rival y encontraba espacios entre líneas, donde Carles Pérez y, especialmente, un inspirado Justin Kluivert causaron estragos.
Buscando salir mucho de forma directa a Dzeko, la Roma logró producir dentro de un primer tiempo abierto caracterizado por las pérdidas y transiciones de ambos. El caso es que en la segunda parte los italianos dejaron de salir, y el Gent logró producir y empujar a través de la contrapresión, el juego exterior y la verticalidad. El canadiense Jonathan David dibujando rupturas a espaldas de la defensa y la insistencia del interior Vadis Odjidja-Ofoe llamaron a la puerta del gol, pero como viene siendo habitual esta temporada, Chris Smalling puso el candado
Si algo caracteriza a los laterales brasileños es su capacidad ofensiva a la hora de conducir el balón y de producir en el último tercio del campo. En ese sentido, el Shakhtar Donetsk contó con una versión estelar tanto del joven diestro Dodô como del experimentado zurdo Ismaily para sacar un 3-3 de la casa Benfica, resultado que aseguró la clasificación de los ucranianos a los octavos de final de la Europa League tras el 2-1 cosechado en la ida.
Dentro de un duelo muy abierto en que la posesión estuvo siempre más o menos dividida, con los dos equipos generando diversas ocasiones en escenarios de ataques posicionales, aprovechando pérdidas contrarias para hacer daño a la contra y con la ayuda de jugadas a balón parado, Dodô finalmente fue clave rompiendo al espacio en la jugada que resultó en el autogol del central Rubén Dias (1-1) y saliendo en conducción en el origen del 3-3 marcado por otro brasileño como el interior Alan Patrick después de que Ismaily atacara en profundidad en esa jugada así como ya lo había hecho en el origen del tiro de esquina que acabó en el gol del mediocentro Taras Stepanenko para el 3-2.
En el encuentro disputado en miércoles (se disputaba el Porto-Leverkusen a apenas 35km y por la reglamentación de la UEFA se avanzó un día), los Rangers del mito Steven Gerrard avanzaron a octavos de Europa League de forma cómoda.
Y es que el exfutbolista del Liverpool dominó el choque táctico desde un buen inicio: usando a la pareja de extremos del 4-3-3 interiorizados para cerrar la línea de pase con los mediocentros portugueses, desconectó tanto a Fransérgio como a Palhinha, orientando de esta forma las posesiones sobre una pareja de carrileros del Braga que veía como un interior visitante saltaba sobre ellos, en la que fue la presión media en 3+3 del Rangers.
Ahí, con el Braga siendo incapaz de asentarse en campo contrario, ocupando mal los espacios y distanciándose para proteger la posible pérdida, el conjunto escocés masacró en transición, ante una defensa local con un mal endémico defendiendo la profundidad (línea en mediocampo, descoordinada, y sin individualidades atléticamente capaces de corregir a campo abierto). Además, con los portugueses intentando sacar el balón jugado, presenciamos una actuación para el olvido de Silva, regalando pérdidas no provocadas (en una de ellas llegaría un penal que Hagi acabaría desaprovechando).
El guión sería similar durante todo el encuentro, y pese a perder altura defensiva en el segundo tiempo, el Rangers nunca dejó de amenazar al contragolpe, y fue en una de esas salidas, con Kent rompiendo al espacio, donde llegaría el 0-1 definitivo.
El Braga lo intentó hasta el final, pero más por empuje que por fútbol, siempre carentes de sistema, amenaza, y ruptura para agitar un bloque defensivo escocés que vivió 90 minutos cómodos.
Una de las sorpresas de la jornada europea la presenciamos en Celtic Park, donde el Copenhague de Stale Solbakken se clasificó a octavos de final dejando en el camino a uno de los mejores equipos en la anterior fase.
El encuentro empezó vivo, con el Celtic asentándose en campo rival, hilando ataques continuados con pases veloces, y aprovechando el dominio de Jullien en el juego directo sobre N’Doye y la lectura de Brown recogiendo segundas jugadas como vía para darle continuidad a los ataques.
El Copenhague, por su parte, vivió hundido durante gran parte del primer tiempo, dependiendo por completo de la figura de Victor Nelsson defendiendo el área para sobrevivir. Con el 4-4-2, los problemas para defender los lapsos entre central y lateral cada vez que el Celtic agitaba por fuera eran evidentes, por lo que el conjunto danés vivió momentos de ahogo en área propia sin sumar salidas.
Ya a partir del 20’, ganando altura y juntando varios ataques seguidos en campo contrario, con Zeca y Stage escalonándose correctamente en la base de la jugada, y el lateral zurdo Bengtsson agarrando protagonismo llegando a línea de fondo, los pupilos dirigidos por Solbakken cogieron un aire que a las postrimerías se antojaría necesario para poder sostener el ejercicio defensivo al que se vería obligados.
Ofensivamente, el Celtic de Lennon vivió una noche espesa: en el primer tiempo los desdoblamientos de Bryan por izquierda significaron el único argumento constante, mientras que en el 2º tiempo, tras encajar el 0-1 tras una pérdida no provocada de Simunovic en salida, se enfrentaron a un bloque defensivo visitante el cual fueron incapaces de mover con perspicacia.
Con la salida en 3 que construyeron los escoces, añadiéndose a uno más del interminable listado de equipos que se sumaron a la nueva vertiente táctica del 3-4-2-1 (lateral derecho, Ajer, cerraba en línea de 3, siendo de esta forma el extremo de ese costado el encargado de dar amplitud, mientras por el carril opuesto los movimientos diferían, con el lateral agarrando altura y ensanchando, y con el extremo, El Younoussi, por dentro) sumaron excesivos efectivos en la primera altura, por lo que la circulación resultó espesa y rutinaria.
Llegó el empate de penal tras una mano de Sigurdsson, pero minutos después se consumaría la catásfrofe en Celtic Park, con el Copenhague aprovechando una pérdida en altura media para lanzar una transición corta y anotar el 1-2.
Llegaría el tercero con el encuentro ya totalmente desvirtuado, y el Copenhague se clasificaría a la siguiente ronda, principalmente por consecuencia directa de un Victor Nelsson que acabaría realizando una actuación legendaria defendiendo el área de envíos laterales, anticipando, y bloqueando.