Canto de gol: fútbol impopular | OneFootball

Primer partido oficial de Millonarios en Bogotá en este 2025. Una victoria sufrida que afortunadamente se dio como un bálsamo a todo lo acontecido alrededor del juego para los asistentes al Campín.

Abonos más caros, transporte contratado con tarifas dinámicas, parqueaderos a $30.000 el rato y ahora, como si nada de eso fuese suficiente, venta de comida privatizada y peor en calidad y precio.

Los abuelos de siempre, las familias y conocidos de siempre ubicados en las tribunas del estadio para ofrecerle sus deditos de queso, su plato de lechona, sus hamburguesas y perros calientes para desvarar el hambre, fueron las primeras víctimas de Sencia con los despidos masivos que sufrieron con la llegada del nuevo administrador. Lo denunciamos en su momento y aunque en algo ayudó, las soluciones fueron paños de agua.

La tecnología para recibir los pagos con tarjetas y la venta de productos Coca-Cola fueron los únicos comentarios positivos de personas que leí ayer. Un compañero de MM mencionó que la lechona era más en cantidad en occidental, pero lo contrarrestaban varias personas que hablaron de ser mucho más arroz que carne y fría en oriental, la tribuna a la que asisto.

Vayamos desde el principio: los puestos parecían búnkeres con esas vallas adicionales que le quitaron mucho espacio a los clientes para acercarse a pedir. Mayor incomodidad, mayor tumulto. Al puesto tradicional de dedos de queso lo reemplazó uno de maíz pira, con precios con los que se compra uno una pluralidad de kilos en el supermercado. Y los demás costos, ya filtrados desde los juegos de Santa Fe, confirmaron que lo poco accesible y justo en relación producto-costo, que eran los perros calientes y las hamburguesas, llegó a su fin.

En mi cuenta de Twitter compartí mi experiencia. Con $50.000 comimos cuatro personas en el centro comercial con bebidas incluidas. Con ese valor, dentro del Campín, dos personas se comen dos perros con gaseosa y agua (poniendo $1000 más); o dos lechonas y agua; o dos hamburguesas y una gaseosa. Nosotros habríamos podido comprar cuatro mini-dedos de queso o cuatro paquetes de maíz pira y compartir un vaso de gaseosa entre los cuatro.

Las respuestas a mi trino no se hicieron esperar, con recomendaciones de platos 2×1 en el centro comercial y quedar plenamente satisfechos, de hamburguesas a $15.000 a las afueras del mismo «con un estilo ahumado que le dan 3 cachetadas a todo lo que venden adentro del estadio», o informando que en occidental se quedaron con más de la mitad del maíz pira sin vender.

El escenario se pinta lamentable y simple a la vez. Las familias que trabajaban en el estadio no van a volver, ya están resignados a haber perdido su trabajo. Y para los consumidores, tener mucha más variedad y accesibilidad afuera del Campín resultará ser la solución lógica. En Galerías, en Nicolás de Federmán, en su barrio, en su casa.

Acostúmbrese al transporte público o a compartir taxi, aliste desde ya la alcancía para (ojalá) la fase de grupos de Sudamericana y los cuadragulares, y adquiera el hábito de comer antes o después de estar en el estadio. Su bolsillo lo agradecerá. Porque el fútbol de popular ya no tiene casi nada.

El canto de gol para acompañar esta columna es ‘Parásito’ de la banda mexicana Molotov:

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Carlos Martínez Rojas@ultrabogotano

Fotos tomadas de Twitter.