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La Colina de Nervión

·12 de noviembre de 2024

Confesión

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Hablando en primera persona (a lo que no estoy acostumbrado ni es de mi agrado, puesto que no me considero tan sabio como para que mis opiniones tengan interés), tengo que confesar que no termino de ‘cogerle el punto’ al entrenador del primer equipo del Sevilla Fútbol Club. De la misma forma que entiendo su manera de proceder en algunos encuentros y en determinadas circunstancias, hay otras que me sorprenden y me llaman poderosamente la atención en sentido negativo, de tal manera que a día de hoy, y después de un tercio de campeonato, no tengo nada claro si albergo esperanzas en su dirección técnica.

Si recurrimos a los tópicos habituales y a las verdades de perogrullo, hay que dejar escrito que, evidentemente, ningún entrenador tira piedras sobre su propio tejado, por lo que no será García Pimienta el primero que adopte decisiones sin estar convencido de que son las mejores para que su equipo consiga un resultado positivo. Cuando en su momento decidió poner como pareja de centrales a la peor combinación posible de los cinco que tiene el Sevilla Fútbol Club, el tándem Nianzou-Kike Salas, seguro que lo hizo desde el convencimiento de que era lo mejor para sus intereses. Por mucho que el resto de los mortales sevillistas tuvieran meridianamente claro que aquello era un auténtico suicidio, como finalmente se demostró.


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Por fortuna, no ha habido ocasión de volver a ver tamaño disparate en la defensa del Sevilla Fútbol Club. Desconocemos si ha sido por convencimiento del míster o porque las circunstancias no lo han permitido, con lo cual habrá que esperar a ver lo que depara el futuro para comprobar si en una situación similar volvemos a encontrarnos con la misma decisión. Aquella determinación favorable a la pareja Nianzou-Kike se produjo en un momento en el que llamaba poderosamente la atención la propensión del técnico por hacer cambios en la alineación titular sin aparente justificación.

Eran los tiempos en los que Pimienta cambiaba a cinco o seis jugadores de un partido a otro, lo que impedía la conformación de un bloque compenetrado y dificultaba que los futbolistas se fueran conociendo los unos a los otros. Cuando, después del primer parón liguero, acabó esa dinámica, el Sevilla Fútbol Club encontró los mejores resultados. De tal manera, que se consolidaba un centro del campo con Gudelj-Agoumé, una dupla de extremos peligrosos con Ejuke y Lukebakio, un mediapunta resultón como Peque y una línea defensiva confiable con Carmona-Badé-Nianzou-Pedrosa, unidos a un portero solvente como Nyland.

Ahí estaba el once típico del Sevilla Fútbol Club con el que se enlazaron una serie de resultados positivos que, después del triunfo ante el Español, llegaron a hacer pensar a algunos que ya estaban todos los problemas resueltos y que era posible pensar en alcanzar los puestos dorados de la clasificación. Sin embargo, lo que ha venido después ha sido un rosario de lesiones que han disuelto el bloque y un conjunto de decisiones técnicas que no se terminan de entender.

De entrada, el tándem que solidificaba al conjunto en el centro del campo con Gudelj y Agoumé fue disuelto por Pimienta para dar entrada a Lokonga, una vez recuperado de la lesión, sin que el francés hubiera hecho demérito ninguno para verse relegado por el belga. De la misma forma, tampoco hay motivos para postrar en el banquillo a un Peque que, curiosamente, una vez que alcanzó el premio de ser convocado con la selección sub-21 gracias a sus buenas actuaciones, ha desaparecido de las alineaciones titulares del Sevilla Fútbol Club. Es decir, que después del caramelo se llevó un palo, con lo que ello supone de desconcertante para el ánimo de un futbolista.

Si hay algo que mella la moral de un jugador es comprobar que su entrenador adopta medidas incomprensibles que, inmediatamente, el futbolista traduce en injustas. Nadie hay en el vestuario del Sevilla Fútbol Club que se revuelva contra la determinación de prescindir de Marcao después de la sucesión de malas decisiones de las que ha hecho gala en muchos encuentros con penaltis y expulsiones absurdas por culpa de no saber gestión su ímpetu y su fuerza.

Sin embargo, otras opciones del míster como prescindir de Peque para optar por Juanlu en un puesto que no es el suyo, hacer excesivos cambios en el centro del campo hasta el punto de no tener aún una configuración determinada, realizar sustituciones sin que aporten nada al desarrollo del encuentro, son difícilmente entendibles por el conjunto. Hasta ahora el liderazgo de García Pimienta no se está resintiendo de esta serie de anormalidades, pero el tiempo es implacable, así que habrá que esperar a comprobar si tienen su efecto o si, por contra y por el bien del Sevilla Fútbol Club, encuentra un rumbo cierto y firme que lleve a la nave a buen puerto.

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