REVISTA PANENKA
·10 de septiembre de 2024
REVISTA PANENKA
·10 de septiembre de 2024
Panenka se citó con Arnaut Danjuma para entrevistarlo en mayo de 2022. En ese entonces, el atacante se acababa de dar a conocer en el panorama internacional gracias a sus actuaciones con el Villarreal de Unai Emery, un equipo que dio que hablar tanto en la liga española como en la Champions League. Su carrera, que había despegado en el Brujas y el Bournemouth, le llevó después a encadenar dos cesiones en la Premier (Tottenham y Everton). Unas semanas después de que se hiciera oficial su llegada al Girona para este curso, también vía préstamo, recuperamos algunas de las reflexiones que nos dejó Danjuma en esa charla: palabras que descubren a la persona que hay detrás del goleador.
¿Qué imaginaba cuando era pequeño?
Cuando era pequeño siempre tenía una pelota en mis pies e imaginaba ser como mis ídolos. No hacía otra cosa. Primero en Nigeria, donde viví mis primeros años con mis padres, y después en Holanda. Me dedicaba a destrozar la casa a pelotazos y luego mis padres me echaban la bronca [ríe]. Así empezó todo. Enfadando a mis padres mientras trataba de imitar a Ronaldinho entre cuatro paredes.
¿Le resultó complicado ese cambio África-Europa?
Me fui de Nigeria a Holanda con cuatro años. Mi madre era nigeriana y mi padre holandés, y se divorciaron cuando yo era muy pequeño. Para mí, no supuso un gran cambio. Era solo un niño. Dar patadas a una pelota se hace igual en cualquier sitio. Aunque luego vinieron momentos más difíciles.
¿Qué pasó durante su infancia?
El comienzo no fue sencillo. No teníamos muchas facilidades a nivel económico. A veces a mi familia y a mis dos hermanos nos tocó dormir en el coche. También tuve que estar un tiempo viviendo con una familia de acogida. Fue muy duro no tener a dónde ir, no le voy a engañar. Pero siendo sincero, aunque pueda sonar un poco loco, guardo grandísimos recuerdos de esos momentos. Mis padres lo dieron todo por mí. Mantengo todavía amigos de aquella época. Así construí mi carácter. Me hicieron apreciar la vida. Los días duros pueden ser dulces.
La vida le enseñó una de sus peores caras demasiado pronto.
Fue el momento más complicado. La vida me enseñó cómo es realmente, cómo de dura puede llegar a ser. Tuve que crecer muy rápido. Y es algo que agradezco, porque descubrí que la única forma de prosperar es con trabajo y valores. Crecer en un entorno difícil te ayuda a apreciar las cosas y a tener otra perspectiva. También a ser más agradecido y a tener más empatía. A ser una persona… distinta. [Sonríe]
“Mi infancia fue dura, dormíamos en el coche. Pero hay belleza en la dificultad”
¿Cómo lo sintió? No debió ser fácil para un niño.
Yo no entendía muchas cosas de mi alrededor. No sabía qué suponía dormir en un coche. O no tener las facilidades de muchos chicos con los que entrenaba. La única forma de liberarme era con el balón. El fútbol era lo único que tenía para expresarme. Para desahogarme. Mi vida ha girado en torno al fútbol y a la religión. Si me dijeras con cuál de las dos quedarme no podría elegir.
¿Cómo vivieron este momento sus padres?
Ellos lo dieron todo por mí. Mi padre y mi madre lo hicieron todo para que yo pudiera jugar a fútbol, sin saber si iba a llegar a ser alguien. Solo por mi felicidad. Estuve viviendo con una familia de acogida que no me llevaba a entrenar ni a los partidos, entonces era mi padre, que vivía en la misma ciudad, quien me ayudaba para poder acudir. Ese sacrificio lo fue todo. Por eso ahora lo llevo siempre a los estadios conmigo.
De no poder ir a entrenar a jugar la Champions.
Así es [ríe]. Fíjate cómo es el fútbol. Ahora está conmigo viéndome en los partidos de Champions [cita de 2022]. Hizo que todo mereciese la pena.
¿Qué es para usted la religión?
Lo es todo. Es mi columna vertebral. Mi mayor propósito. Intento rezar tres veces al día. Me ayuda a sacar lo mejor de mí en todo momento. Siempre he sido musulmán. Es una religión que me lo da todo. El islam encaja conmigo y para mí es un aspecto esencial. Me aporta mucho, incluso en mi carrera futbolística.
¿Cómo influye el ramadán en su día a día?
Para mí, trabajar durante el ramadán es uno de los mejores momentos del año. En el Bournemouth, fui el jugador del mes y marqué el gol del mes coincidiendo con las fechas de la veneración. Hay gente que piensa que en este periodo el jugador va a bajar su rendimiento. Quizás los primeros días se hacen duros, pero es solo un mes. Durante este tiempo me encuentro más rápido, me siento mejor físicamente, con más fuerza y más concentrado. Es muy beneficioso para los deportistas de élite.
¿Qué le aporta el islam a su carrera deportiva?
El fútbol no es sencillo. Hay mucha presión, muchos problemas, muchas situaciones complicadas, muchos cambios repentinos; un día estás arriba y el otro abajo… El islam me ha dado literalmente la vida. Da sentido a mi mundo y me guía en mi carrera. Creo que no podría hacer frente a todo esto sin la religión. Me hace estar cerca de mi naturaleza y de lo que soy. Es muy beneficioso para mí porque me hace ir por el lado correcto. Creo que no podría hacer frente a todo lo que me sucede en la vida sin el islam.
¿Sigue con la misma ambición de los inicios?
Cada vez más. Tengo mucha hambre. Desde siempre. Sé lo que me ha costado llegar hasta aquí. Por eso quiero ganar cada partido. Marcar siempre el mayor número de goles. Ser cada vez mejor.
¿Cómo fueron sus primeros días de fútbol en los Países Bajos?
Mi primer equipo fue el de mi ciudad en Holanda, el Oss. Allí es donde comencé y desde donde salté a las categorías inferiores del PSV. Cuando eres joven solo piensas en el fútbol. Tenía once años. Se trataba únicamente de jugar y divertirme. Y era lo que mejor se me daba.
¿Mejor que estudiar?
Sí. La verdad es que estudiar se me daba regular. Mi problema era que me gustaba demasiado el fútbol. Mis padres se centraron mucho en nuestra educación. Mis hermanos tienen carreras universitarias, pero yo no pude por mi situación deportiva. Me hubiera gustado estudiar, sobre todo por mi padre, pero él entendió que esto era lo que yo quería.
¿Qué le hubiera gustado estudiar?
De haber estudiado hubiera elegido Economía y Matemáticas. En ese momento odiaba la lengua y los idiomas. Ahora lo pienso y me arrepiento muchísimo. Podría haber empezado a estudiar español y hubiera hecho esta entrevista con usted en su idioma [ríe].
¿Como era el día a día en la academia del PSV?
Era vivir otra realidad. Por ejemplo, a mis compañeros los llevaban a entrenar en coche sus padres. Mientras, yo tenía que coger el tren solo. Insisto: son recuerdos bonitos [sonríe].
¿Le gusta recordar los momentos difíciles?
Así es. Me hace sonreír. Creo que hay belleza en la dificultad. Son parte de mí; sin mis experiencias no sería nada. Lo afronto con esta mentalidad para crecer.
“Mi vida ha girado en torno al fútbol y a la religión. Y no sabría con cuál quedarme”
Eso dice mucho de usted.
Es parte de la vida. Descubrí lo difícil que puede llegar a ser. Simplemente pienso que he llevado una vida fácil en comparación con mucha otra gente que ha tenido problemas peores. En mi caso, el fútbol me permitió escapar de mi vida.
Del PSV pasó al NEC Nimega. Fue un gran salto hacia el fútbol profesional.
Fue uno de los momentos más importantes de mi vida. Tuve la oportunidad de dar el salto al fútbol profesional y de aprender de gente que cambió mi carrera. Ahí conocí a un entrenador que me ayudó mucho, Adrie Bogers. Hice una temporada buenísima, 14 goles y 17 asistencias. Estaba a 20 minutos de mi casa. Me encantaba llevar a mis padres al estadio. Cada partido venían a verme. Era emocionante.
¿Qué hizo con su primer salario?
No pensé en ningún momento en comprarme un coche lujoso, ni nada por el estilo. Muchos de mis compañeros se iban a las tiendas caras y se lo llevaban todo. Yo no aspiraba a eso. Simplemente ahorraba. Lo hacía por mi familia. Para devolverles todo lo que me habían dado. Veo más importante lo emocional que lo material.
Después de Holanda dio el salto a Bélgica, a un club histórico como es el Brujas. ¿Qué significó para usted?
Un cambio en mi vida. Fue solo una temporada, pero resultó ser un año increíble. Fue el salto. Debuté en la Champions e incluso le marqué al Atlético. Aquel día me volví tan loco con el gol que no sabía ni cómo celebrarlo. No me dio tiempo ni a hacer la cobra…
“El gesto de la cobra es un homenaje a mis orígenes. Mi familia, mis amigos: lo son todo”
¿A qué se debe su famosa celebración de la cobra?
Es un homenaje a mis orígenes. De pequeño jugaba a fútbol con mis amigos de toda la vida. Uno de ellos era buenísimo y destacaba porque era muy delgado. Además, él regateaba siempre zigzagueando, de un lado a otro. Así que le llamábamos la ‘Cobra’. Mis amigos y mi familia saben lo que representa para mí este gesto. Por eso, cuando van al estadio y me ven celebrando así saben que los llevo en mi corazón en cada instante. Lo hago por ellos. Lo son todo para mí.
¿También le van a ver sus amigos?
Así es. Son mis amigos de Holanda. Los de la infancia. Vienen siempre a ver los partidos. Por eso esta celebración tiene tanta importancia para mí.
Después protagonizó otro salto gigante con su traspaso al Bournemouth, de la Premier League.
Bournemouth fue una gran elección. Un equipo que era perfecto para los jóvenes extranjeros de la Premier. Tenían a jugadores como Joshua King, Nathan Aké y un entrenador como Eddie Howe, que ayudaba mucho. Fue un entorno perfecto para crecer.
¿Le gustaba la cultura del fútbol inglés?
Inglaterra me encanta porque es un gran país para vivir. Allí los aficionados son fanáticos de verdad. Disfruté mucho con la afición. Las gradas están muy próximas al césped. Los hinchas viven por nosotros. Si te gusta este deporte, es un lugar fácil para adaptarte.
Usted es muy activo en la lucha contra el racismo. ¿Cree que los jugadores deben alzar la voz sobre este problema que tanto afecta a la sociedad y al fútbol?
Los jugadores tenemos que jugar un rol importante contra el racismo y que sirva en beneficio de la sociedad. Somos un ejemplo para la gente. En Inglaterra se están haciendo muchas cosas bien para luchar contra este problema. No hay espacio para el racismo.
SUSCRÍBETE A LA REVISTA PANENKA
Fotografías de Carme Ripollés.
En vivo