REVISTA PANENKA
·20 de septiembre de 2024
REVISTA PANENKA
·20 de septiembre de 2024
Mientras en el oeste de Londres los dirigentes del Chelsea lidian con una plantilla de más de 40 jugadores, el Vitesse ya no puede servir como un refugio estratégico. La relación entre los dos conjuntos, que comenzó hace más de una década como un acuerdo beneficioso para las dos partes, terminó exponiendo las debilidades de un modelo que, en lugar de fortalecer a los de Arnhem, los dejó vulnerables y al borde del colapso.
En una época en la que el techo retráctil del Santiago Bernabéu se ha convertido en tendencia en las redes y es un tema recurrente cada vez que juega el Real Madrid en su renovado estadio, es interesante recordar que el Gelredome, el estadio del Vitesse, también destaca por su innovación. Inaugurado en 1998 con la incorporación de un techo retráctil y un suelo intercambiable, el recinto fue uno de los primeros en Europa en ofrecer estas innovadoras características.
Este estadio, conocido por su diseño vanguardista, vivió uno de sus momentos más importantes en marzo de 2022, cuando el Vitesse volvió a clasificarse para los octavos de final de una competición europea por primera vez en tres décadas, tras eliminar al Rapid Viena en una emocionante eliminatoria. Aunque tan solo dos años después, en la temporada 2023-24, el Gelredome empezó a mostrar una imagen muy diferente. Con el equipo luchando en los últimos puestos de la Eredivisie, el estadio pasó de ser un símbolo de innovación y entusiasmo a un lugar marcado por la tristeza y la resignación. Ahora, con el Vitesse en segunda, el campo refleja la dura realidad de un club que hace dos años soñaba con competir en Europa y que hoy enfrenta un futuro incierto.
Entre el 2010 y el 2020, hasta 30 futbolistas llegaron procedentes de Londres. Mount, Solanke o Matic permitieron al Vitesse mantenerse competitivo. De hecho, el club logró ganar su primer título. Pero luego vino el derrumbe
El presente sombrío del Gelredome y la situación crítica del Vitesse no se pueden entender sin retroceder en el tiempo y explorar las raíces de este club, especialmente su relación con el Chelsea. Todo comenzó en 2010, cuando el empresario georgiano Merab Jordania, conocido por su cercana amistad y vínculos comerciales con Roman Abramovich, adquirió el Vitesse por 117 millones de euros. Aunque en ese momento no se conocía públicamente, la adquisición fue facilitada en gran parte por el respaldo financiero de Abramovich. Este movimiento marcó el inicio de la alianza estratégica entre ambos clubes, transformando al Vitesse en un club afiliado de los ‘Blues‘.
Tres años después, en 2013, Jordania decidió vender el club al oligarca ruso Aleksandr Tsjigirinski, una figura clave en el sector inmobiliario ruso y, también, un empresario estrechamente vinculado a Abramovich. Más adelante, en 2018, la propiedad pasó a manos de Valeri Ojf, otro empresario ruso con una destacada trayectoria en los sectores de la energía y de la minería, quien también tenía conexiones comerciales con Abramovich.
A pesar de los cambios en la propiedad, la influencia de Abramovich seguía presente, especialmente a través de la cesión de jóvenes talentos del Chelsea. Entre el 2010 y el 2020, hasta 30 futbolistas llegaron procedentes de Londres. Jugadores como Mount, Solanke y Matic permitieron al Vitesse mantenerse competitivo y aspirar a posiciones más altas en la liga neerlandesa. De hecho, el club logró ganar su primer título, la KNVB Beker, en la temporada 2016-17. Sin embargo, el impacto de estos jugadores cedidos y el respaldo financiero de Abramovich comenzaron a revelar sus complicaciones.
En 2022, la invasión rusa de Ucrania provocó sanciones que congelaron los activos de Abramovich, impidiendo que continuara financiando al club en secreto. Ante esta situación, Valeri Ojf optó por vender sus participaciones en el Vitesse, un día después de que el Gobierno de Reino Unido bloquease los activos de Abramovich y de otros siete oligarcas rusos.
El Vitesse, que hace no tanto disfrutó de éxitos en el Gelredome, enfrenta el desafío de restaurar su estabilidad y su reputación. Su caída demuestra que, en el fútbol, las alianzas estratégicas pueden convertirse en trampas mortales
A principios de 2024, cuando parecía que el consorcio estadounidense Common Group adquiriría la mayoría de las participaciones, la Federación Neerlandesa de Fútbol (KNVB) frenó el acuerdo por falta de transparencia financiera, dejando al club sumido en una profunda crisis económica y deportiva.
En plena temporada 2023-24, el Vitesse se encontraba en el último lugar de la tabla con 17 puntos. Y fue el 19 de abril de 2024 cuando la KNVB asestó un golpe devastador al imponer una penalización de 18 puntos al club por ocultar información sobre sus finanzas, incluyendo su dependencia del respaldo ruso. Con esta sanción, el Vitesse se quedaba con menos un punto, y a cuatro jornadas para el final, el descenso a la Eerste Divisie se volvió inevitable.
A pesar de todo, el Vitesse logró esquivar una sanción aún más grave. Edwin Reijntjes, el director general interino del club, expresó sentimientos encontrados: “Estamos aliviados de poder conservar nuestra licencia, aunque la situación fue crítica. La respuesta del comité de licencias muestra confianza en la nueva dirección del club, lo que nos brinda una oportunidad para reconstruir y avanzar desde esta difícil etapa”.
El Vitesse, que en el pasado reciente disfrutó de éxitos en el Gelredome, enfrenta ahora el desafío de restaurar su estabilidad y reputación en el fútbol neerlandés. Su saga destaca los peligros que conllevan los secretos financieros y la dependencia de influencias externas, subrayando que, en el fútbol, las alianzas estratégicas pueden convertirse en trampas mortales si no se manejan con transparencia y visión a largo plazo.
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Fotografía de Getty Images.
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