Madrid-Barcelona.com
·20 de diciembre de 2023
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Xavi Bosch lamenta hoy en Mundo Deportivo la decisión del FC Barcelona de eliminar el soporte material de los carnés de socios y abonados del club, que a partir de 2024 serán digitales. Es decir, sin el soporte de la tarjeta, para desespero de los coleccionistas que guardaban sus carnés como oro en paño.
Y el articulista de Mundo Deportivo se pregunta cómo es posible que el Barça intente economizar gastos cuando luego los despilfarra alegremente en jugadores del filial, como Emre Demir, que nunca llegaron a nada.
¿Y quién es Emre Demir? Nada menos que el primer fichaje de Laporta en su segunda etapa como presidente del FC Barcelona. Una promesa turca, que en enero cumplirá 20 años, que fue fichado el 23 de septiembre de 2021 como si fuera el nuevo Messi. Firmó por seis temporadas, con una cláusula de rescisión de 400 millones de euros y con un coste de 2 millones de euros más variables.
El Barça le fichó para su filial, a la espera de que sus progresos le condujeran al primer equipo. Apenas disputó 24 minutos repartidos en dos partidos. ¡Menudo fenómeno! En enero ya estaba colocado en el Fenerbahce como agente ibre -es decir, sin dejar un euro en caja con su salida- reservándose el Barça el 20% de un futuro traspaso que nunca se producirá porque a los dos días fue cedido al Samsunsport y luego al Ümraniyespor.
Más tarde se supo que este jugador, que le costó al Barça de Laporta 2 millones, llegó al Camp Nou para calmar al agente, Bayram Tutumlu, que reclamaba su comisión de unos cobros de Laporta en Uzbekistan por valor de 10,5 millones de euros procedentes del holding uzbeko Zeromax por "la prestación de servicios de consultaría empresarial durante tres años". Es decir, Laporta saldó su deuda particular con Tutumlu comprando para el Barça a un jugador inservible.
Pero Emre Demir no es el único despilfarro en el fútbol base de la junta de Laporta que ahora impone sacrificios sentimentales a los socios porque hay que ahorrar. Ahorrar para poder seguir tirando el dinero en fichajes para el filial más que cuestionables.
Es el caso de Gustavo Maia, por el que el Barça pagó al Sao Paulo 4,5 millones. Firmó hasta 2025 con una cláusula de 300 millones de euros. Fue cedido al Internacional de Porto Alegre y luego al Valencia sin mayor relevancia.
En la misma situación está la llegada de Hiroki Abe al filial blaugrana. El Barça pagó 1,1 millones al Kashima Antlers japonés. Jugó en el Barça Atletic 20 partidos anotando 4 goles. Pero en su segundo año apenas disputó 8 partidos. Y los dos siguientes no jugó un solo partido.
En la lista entra también Matheus Pereira, otra promesa brasileña fichada en 2019 por 7,6 millones. El pasado año se fue al Eibar por un millón de euros.
El Barça cae en la contradicción: mientras le pide sacrificios a los socios y proclama su voluntad de realizar una gestión austera, dilapida el dinero en operaciones absurdas en su fútbol base. Otra cosa sería entrar en operaciones sin sentido y multimillonarias que se han realizado en el primer equipo. Pero eso ya es harina de otro costal.