Offsider
·27 de noviembre de 2024
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·27 de noviembre de 2024
Fiestas forzadas, juguetes sexuales y espionaje. Estos son los ingredientes de un escándalo que sacude a la Selección Femenina de Canadá.
La ex-seleccionadora de la Selección de Canadá había logrado clasificar a las norteamericanas para los Juegos Olímpicos de París, cumpliendo con el objetivo establecido por los dirigentes de la federación, en lo que era algo «esperado» para el nivel futbolístico del país a nivel femenino. Hasta aquí todo iba bien, lo que nadie esperaba es que esa competición fuese el detonante de uno de los mayores escándalos en la historia del deporte canadiense.
Durante la competición olímpica, la entrenadora británica envió a un ayudante externo a espiar a las jugadores de la Selección de Nueva Zelanda en la previa de un partido en el que se enfrentaban. Durante un entrenamiento, las jugadoras neozelandesas vieron como un dron sobrevolaba su campo de entrenamiento y decidieron advertir sobre esta situación.
A partir de la advertencia de las jugadoras de Nueva Zelanda se abrió una investigación donde terminó descubriéndose que la Selección de Canadá había sido la responsable de sobrevolar esos drones. Por ello, Bev Priestman junto a sus asistentes, Jasmine Mander y Joseph Lombardi, fueron arrestados y posteriormente suspendidos. Además, la FIFA impuso una multa de 300.000 euros a la Federación Canadiense y una sanción de 6 puntos en el torneo.
Este suceso destapó el tarro de las esencias, ya que lo que había detrás de una «mala práctica profesional» era bastante más grave y turbio.
Beverley Priestman | FoxSports
El medio canadiense The Globe and Mail ha sacado a la luz varias informaciones al respecto de lo que sucedía en el seno del cuerpo técnico de la selección femenina canadiense. Según se cuenta en estas informaciones, la entrenadora organizaba fiestas en las previas de los partidos, donde obligaba a a asistir a los miembros del cuerpo técnico (no a las jugadoras), incitándoles a beber y consumir otras sustancias. Además, según cuenta The Globe and Mail, Bev Priestman realizaba preguntas de índole sexual, llegando a acosar a varios miembros del cuerpo técnico, a los que amenazaba para que no contaran nada de lo que allí sucedía. La tensión sexual parecía ir en aumento, ya que las informaciones cuentan que algunos de los «aliados» de Bev llegaron a introducir juguetes sexuales en estas «reuniones».
Esta investigación, también cuenta con declaraciones de ex-miembros de aquel cuerpo técnico que hablan de maltrato por parte de la británica, narrando actuaciones que les provocaban ataques de ansiedad y varios episodios de abuso de poder por parte de la seleccionadora de Canadá.
Autor del Artículo: Víctor Simón Aller (@barradelvar)
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