La Galerna
·18 de diciembre de 2024
La Galerna
·18 de diciembre de 2024
Da igual cuál sea la competición. El Real Madrid está hecho para las finales. Las ganamos con la monotonía rutinaria del adolescente que se recoloca el flequillo quince veces por minuto. Con la inercia de los campeones. El loco Rüdiger acaba de hacerle una llave de judo a Camavinga. Es su forma de celebrar el triunfo. Ambos se parten de risa. La felicidad es blanca.
Incluso más importante que el título, resulta feliz ver que aquellos que no estaban del todo enchufados esta temporada comienzan a despertar de su letargo. Poco a poco, todos los que no están lesionados van encontrando su momento. En dos partidos hemos ido recuperando a Rodrygo, Vini ha vuelto a exhibirse como “The Best”, Mbappé con su presunta crisis no para de enchufar goles y dejar mejores sensaciones, Camavinga ha regresado como un huracán hiperactivo, y Bellingham está dando un recital de fútbol y madridismo —que son sinónimos— en cada partido; ojalá tener su actitud ante la vida. Y lo mismo podría decirse de todos o casi todos los nuestros.
No he visto aún la sala de trofeos del nuevo estadio, pero espero que el presidente haya previsto una urgente ampliación, porque si se siguen inventando competiciones cada temporada no nos quedará más remedio que ir ganándolas, que es lo que mejor sabemos hacer
Ancelotti, yo mismo lo he criticado por varias de sus decisiones esta temporada, se ha convertido en el entrenador con más títulos de la historia del Real Madrid y es una extraordinaria noticia. Es de justicia. Carletto resucita y enmienda cuando yerra. Parece renovarse en cada bache, sin perder un hilo de continuidad, una serenidad y elegancia que transmite a la plantilla, en particular, dando confianza a aquellos jugadores que en determinados momentos la necesitan. Un día feliz, también por Ancelotti. Y un apunte: Florentino tiene 37 títulos. Por lo que sea.
La Copa Intercontinental viaja a Madrid. No he visto aún la sala de trofeos del nuevo estadio, pero espero que el presidente haya previsto una urgente ampliación, porque si se siguen inventando competiciones cada temporada no nos quedará más remedio que ir ganándolas, que es lo que mejor sabemos hacer. A veces sin gran esfuerzo, otras con el viento de cara, otras remando a la contra 90 minutos, y otras de auténtico milagro; esas veces en que la ciencia no es capaz de explicar cómo demonios ocurrió, pero los madridistas sonreímos con ademán de picardía.
No deja de asombrarme la extensión mundial de los tentáculos del madridismo en cualquier lugar del mundo. Como hemos podido comprobar durante el partido, Qatar también se ha vuelto blanco. Y algo saben de fútbol a juzgar por la solemne ovación que han dado al gran Lukita Modric. Honor.
Por algo se dice que Madrid es la mejor ciudad para salir de copas. Al menos mientras exista el Real Madrid, al que deseamos eternidad
Habrá quien diga que es un título menor el que hemos ganado este miércoles. Y no les falta razón si lo comparamos, qué sé yo, con la Champions. Pero lo cierto es que hay que ganarlo, y la teórica superioridad frente al rival no significa nada en una final, como tantas veces hemos visto. Y, en todo caso, embolsarse otra copa a estas alturas de temporada hace que el futuro se vuelva aún más blanco, que las buenas vibras nos arrojen a un 2025 de resurrección tras las pequeñas dudas —especialmente en las citas internacionales de ese extraño modelo de Champions que se han inventado ahora—, de goles y juego bonito, de espectáculo de los dioses del Olimpo blanco, como decimos los dramaturgos, y de un montón de trofeos.
Por algo se dice que Madrid es la mejor ciudad para salir de copas. Al menos mientras exista el Real Madrid, al que deseamos eternidad. Que el subidón qatarí nos lleve a dinamitar los malos espíritus en la segunda mitad de la temporada. Y que nos queden muchas copas por levantar.
Getty Images.