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La Galerna

·4 de febrero de 2025

El retrato del Dorian Gray blaugrana

Imagen del artículo:El retrato del Dorian Gray blaugrana

Pues sí, amigos. Llegó la hora de poner frente al espejo al culé. Vaya por adelantado que conozco muy pocos madridistas que no deseen fervientemente volver a la rivalidad deportiva sin la sospecha de que jugamos contra mucho más que un club. También hay que dejar claro que el odio no es recíproco, el odio visceral sólo viene en AVE con billete de ida desde la estación de Sants. He vivido en primera persona varias dolorosas derrotas en el Bernabéu frente al FCB. Vi a Messi machacándonos a turbovelocidad, y tuve que aplaudir, como la mayoría de madridistas, a Rivaldo, a Ronaldinho. A deportistas. ¿Se imaginan el Camp Nou ovacionando a Cristiano? A Vini? Pues eso. El ambiente se pudrió con Pep y su forma de decir sin decir, de politizar sin politizar (vengo de un pequeño país…), de mear colonia (el estilo frente a los atletas), de tirar la piedra y esconder la mano.

El antimadridismo creció imparable y, con él, la animadversión dentro y fuera del campo, al equipo y al club. Los madridistas respondemos en las redes sociales, pero en los escasos periodos de normalidad en los que no hay escándalos arbitrales de los que hablar solemos estar entretenidos criticando a nuestros propios presidente, entrenador, jugadores... el FCB no ocupa tiempo en nuestro quehacer cotidiano excepto la semana del clásico. Lo más, el sonrojo que produce el vergonzante payasismo de personajes amortizados como Carrasco, Soria o el inefable Jota Jordi. La sensación dominante, aunque uno es consciente de que todos ellos cobran por lo que hoy en día se considera un trabajo, es que hay una línea ya invisible entre reírse del personaje o sentir lástima por la persona que lo habita.


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Es posible que no tardemos mucho en volver a hablar sólo de deporte. Tenemos una opción de que la normalidad regrese cuando la competición supere la mancha indecente del Negreirato, cuando la justicia castigue a los responsables, entre los que no están los culés de base. El seguidor del FCB bastante tiene con ver impotente como uno de los que más ha querido al club, Joan Gaspart, apura su tercera edad con la certeza íntima de que es una de las personas que más daño le ha hecho, desde que tuvo aquella idea obsesivo-compulsiva, nauseabunda, denigrante, de comprar el sistema arbitral para igualar el palmarés del Real Madrid.

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Sólo tenemos sospechas, por el momento, de que en Europa se intentó de la misma manera. El contrato con UNICEF con el turco Senes Erzik de por medio, el Negreira de la UEFA, se materializó en 2006. Sólo dos años después se produjo el indescriptible episodio de Stamford Bridge en el que el árbitro Ovrebo perpetró uno de los arbitrajes más inexplicables de la historia, facilitando la llegada del FCB a la final de la Champions de 2009. La huida culpable al galope y la carrera paralela de Ballack gritando al oído a Ovrebo está entre las imágenes más bochornosas que he visto en el fútbol.

Mucho más tarde, en 2017, vivimos otra "gesta" del FCB, que remontó un 4-0 en la ida de París frente al PSG con una actuación criminal del colegiado turco-alemán Deniz Aytekin, que fue determinante en los últimos minutos del encuentro, en los que dio un recital incalificable de silbato. Modus operandi del negreirato internacional, más discreto, más sofisticado. Quién va a sospechar de UNICEF como vehículo para corromper el fútbol. Sólo un paranoico, ¿verdad? Sumen a eso regalos como un pin con el escudo, un banderín, un llavero y un reloj Patek Philippe de oro valorado en 300.000 euros entregado (según Salvador Sostres) a Michel Platini con motivo de su sesenta cumpleaños... las cosas van cuadrando.

El pacto diabólico del FCB tuvo como entelequia, como objeto íntimo de deseo, ser más grande, más universal, más triunfador que el Real Madrid, sin importar cómo, y se perfeccionó probablemente antes de lo que nos consta, hacia 1991

Regreso al título. Como Dorian Gray, el FCB ha hecho un pacto con Mefistófeles. Recordemos, Basil Hallward, amigo pintor de Dorian, le pinta un retrato en el que muestra su belleza y juventud. El joven Dorian, llevado por su curiosidad, conoce y hace amistad con un noble que le muestra los placeres de una vida, digamos, disoluta. El noble es Lord Henry Wotton. Dorian se siente tan atraído por los placeres del mundo, que contemplando su retrato terminado, manifiesta íntima pero sincera e intensamente su deseo de sacrificar cualquier cosa por mantenerse siempre joven, mientras que su imagen en el retrato fuera el objeto inanimado que envejeciera y acusara todos los males del paso del tiempo.

El pacto diabólico del FCB tuvo como entelequia, como objeto íntimo de deseo, ser más grande, más universal, más triunfador que el Real Madrid, sin importar cómo, y se perfeccionó probablemente antes de lo que nos consta, hacia 1991.

Y los dirigentes blaugranas canjearon la victoria por los valors, sacrificando a una generación incomparable de futbolistas que probablemente les habrían dado un número muy importante de títulos, no todos los que ganaron Negreira y Erzik mediante, pero sí bastantes de ellos. Incomprensible sin estar bajo la enajenación de una enfermedad incapacitante del buen juicio. Y sacrificaron mucho, a riesgo de que, como el cuadro, con el paso de los años, la imagen que han ido tejiendo de club con valores, con un estilo irrenunciable, universal pero con una identidad política especial, se fuera agrietando (aún recuerdo la naturalidad con la que el Camp Nou exhibió en partidos internacionales tremendas pancartas televisivas de decenas de metros con las amistosas leyendas "Catalonia is not Spain" o "Free Catalonia" por citar algunos ejemplos.

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¿Recuerdan ustedes alguna sanción de las previstas en la UEFA para estos casos? Claro que no). La UEFA de Platini (el del Patek Philippe) y de Ceferin (el de la camiseta de Messi que le iban a regalar Piqué y Rubiales para que les permitiera cobrar sin trabajar durante la pandemia) nunca sancionaron al FCB. Ellos están más pendientes de saludos crípticos o tatuajes de futbolistas que sólo tienen significado para un puñado de televidentes, no para propaganda independentista con difusión global.

La evolución de Dorian Gray después de una vida éticamente reprobable es el camino del arrepentimiento y el final de la historia es trágico y moralizante, en la única novela del poeta y dramaturgo Oscar Wilde.

La evolución de Dorian Gray después de una vida éticamente reprobable es el camino del arrepentimiento y el final de la historia es trágico y moralizante. En la vida real puede no suceder así. De momento, no existe arrepentimiento en directivos o seguidores del FCB. Muy al contrario

En la vida real puede no suceder así. De momento, no existe arrepentimiento en directivos o seguidores del FCB. Muy al contrario, Laporta, del que dicen que domina la escena mediática, ha hecho los ridículos espantosos que se esperan de un sinvergüenza clásico de la España de El Lazarillo de Tormes: trilerismo ("aquí están los informes de Negreira", cuando Valverde, entrenador del negreriato tardío, declaraba en medios que nunca vio uno de esos informes; o cuando en declaración al juez, Negreira mismo decía que sus "asesorías siempre fueron verbales"); ausencia completa de ética, acusando al Real Madrid de "equipo del régimen (franquista)" cuando la Historia dice justo lo contrario; populismo victimista, como en el caso de la inscripción de Olmo ("tenemos razón"), cuando hemos presenciado una manipulación flagrante de la influencia política para pasar por encima de la ley.

Sólo cuando se vea atrapado Laporta hará una de sus performances como la de abrazar al maniquí de Messi cuando le estaba echando del club, y puede ser algo como: cara, primer plano, hinchado y rojo como un tomate, congestionado, sollozando mientras pide perdón a todos con un pañuelo blanquísimo secándose las lágrimas, prometiendo que fue un error y que no volverá a ocurrir. Sean sinceros, lo visualizan perfectamente, como lo visualizo yo. Podría escribir el guion mejor que él mismo.

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El seguidor culé tampoco se arrepiente. Sencillamente, ignora y mira para otro lado, señalando la paja en el ojo ajeno. Perdonará, como perdona cualquier cosa en un malentendido gesto de amor a los colores. Olvidar ya han olvidado. A pesar de que han pasado 720 días desde la publicación de las facturas, los culés de las redes ya no disimulan su hartazgo de los que publicamos las "anomalías estadísticas", los vídeos de los penaltis de Mascherano, de las manos de Piqué, de las simulaciones, patadas y agresiones de Suárez. Echan tierra sobre la historia porque escuece, pero seguirá escociendo siempre hasta que no haya un castigo. Deberían estar deseando el castigo, porque sería catártico, porque sanaría las heridas y porque todos haríamos por pasar página. Si no hay castigo, aquí estaremos educando a hijos y a nietos para que no se olvide nunca y para que nunca se vuelva a repetir.

Dorian Gray acaba viendo al final de su vida lo vacuo del engaño, lo improductivo de tomar el camino ventajista y lo insatisfactorio que resultó el precio pagado.

El culé promedio de las redes aún no ha llegado a una reflexión racional. Sigue en la emotividad, en el pensamiento fantástico: "habríamos ganado igual", sigue en estado de ensoñación, negando la realidad (es difícil entender el proceso mental de ese Gaspart o aquel Núñez, aunque ambos han tenido también en su vida profesional otros problemas con la justicia): el culé se deja llevar por el deseo irracional de proyectar en otros sus propios pecados, por la emoción del momento, negando el dato irrefutable (todos los días insisten en que los árbitros favorecen al Real Madrid delante de evidencias de lo contrario), negando que las facturas impliquen una contrapartida, negando que sus sucesivos presidentes desde Núñez y Gaspart a Laporta, Rosell y Bartomeu sean más inteligentes que un exárbitro sin formación superior (los estuvo engañando dos décadas con promesas que nunca se cumplieron, pero siguieron pagándole porque sí, incluso Laporta le cuadruplicó el salario).

El pacto con el diablo del FCB está llegando a su final, se acerca la retribución. Vendieron el alma del club y el comprador va a exigir el pago

Siendo incomprensible lo anterior, es peor que el culé no advierta la magnitud del problema real que acecha al club, confían ciegamente en Laporta, que en su vida profesional jamás ha tenido que gestionar algo semejante a una ruina económica de estas proporciones, como una suerte de fe en el mesías que hará el milagro de los panes y los peces. Este Laporta es el mismo que ha descapitalizado su junta directiva de talento sustituyendo a profesionales de prestigio por familiares y amigos y enajenado patrimonio a 25 años vista por satisfacción de deseos inmediatos (la eterna juventud, pidiéndole dinero al futuro). Pero ellos confían. Confían en que con unos ingresos de 1000 millones (un suponer), un beneficio neto de 100 (difícil hasta para empresas gestionadas con excelencia) y una deuda de más de 3000, generando intereses de (con suerte) unos 100 millones al año, llegarán a volver a ser dueños del club, porque lo dice Laporta. ¿Vas a creer lo que estás viendo con tus propios ojos o lo que dice Laporta? Ya saben la respuesta.

El cuadro de Dorian que reflejaba la belleza y la juventud, la alegría del presente, acaba mostrando toda la fealdad de la corrupción, la enfermedad, la vejez, en un futuro que, como el destino, siempre llega. El pacto con el diablo del FCB está llegando a su final, se acerca la retribución. Vendieron el alma del club y el comprador va a exigir el pago. Estaremos muy pendientes de lo que mostrará el cuadro que representaba a un club ganador a finales del siglo pasado, y veremos si mantiene la eterna juventud y la victoria alada o la realidad tal como es. También asistiremos al espectáculo impagable de lo que verán los culés en el cuadro con sus propios ojos o con las gafas de Narnia. Un misterio. En todo caso, siempre cabe la posibilidad de que el presidente les haga el socorrido y habitual juego de ilusionismo para que encuentren un responsable fuera, como es costumbre.

720 días sin castigo, y contando.

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