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REVISTA PANENKA

·19 de febrero de 2025

Isco Alarcón: larga vida al rey

Imagen del artículo:Isco Alarcón: larga vida al rey

Cuando en el verano de 2023 tenía que anunciar su fichaje, el Betis pensó que era una buena idea presentar a Isco Alarcón con un video inspirado en la mítica escena de Juego de Tronos en la que John Snow, tras morir apuñalado por la Guardia de la Noche y condenar a los seguidores de la serie al más profundo desamparo, renace. Tenía todo el sentido del mundo la metáfora; para algunos aficionados al fútbol, el resurgimiento del malagueño, talento único e irreproducible, ya no era una posibilidad o un deseo, sino directamente un derecho, algo que nos habíamos ganado después de haber creído durante tantos años que no había otro como él.

El fútbol es un cajón lleno de fabulosas historias partidas por la mitad, y de un modo íntimo y amargo, varios sospechamos que la de Isco había quedado enterrada entre todos esos papeles descuartizados. Tras su vertiginoso aterrizaje en la élite, y su consolidación como referente estético y sentimental, aparecieron las lesiones, los temores y los silencios. Si algo habíamos aprendido, era que había dos tipos de partidos de fútbol: aquellos en los que Isco pisaba el césped y los que no, y nadie tenía que convencernos de que los primeros les daban mil vueltas a los segundos. Por eso su armisticio nos dejó huérfanos. Su genio se apagó en el Bernabéu como si alguien le hubiera soplado a una vela y a partir de entonces transcurrieron cinco años de oscuridad que pesaron como cinco siglos.


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No queríamos quedarnos sin Isco, un jugador que mima el balón como si lo hubiera rescatado de las llamas de un incendio; un centrocampista que saca el culo para aguantar la tarascada del rival y luego da giritos sobre sí mismo como esas bailarinas que ruedan en una cajita de música; un talento sofisticado que tal vez era más de gestos que de jugadas, pero qué gestos, señores, qué gestos. En un control de Isco hay más verdad que en cien juramentos hipocráticos.

Isco sigue estando entre los grandes. De hecho, nunca dejó de estarlo. Es su sino, su condición. Un guiño poético que, por fin, nos lanza el planeta

Por eso, cuando lo hemos visto reanudar el vuelo en el Benito Villamarín, la sensación ha sido de justicia. Se dice muchas veces que el fútbol no entiende de caridad, que actúa sobre el destino con la contundencia y la frialdad de los resultados, que no espera que los círculos se cierren. Lo que no se dice tanto es que también es justo, y que, pese a las curvas del camino, jamás da la espalda a aquellos que, sencillamente, continúan demostrando que lo juegan mejor que el resto.

Isco Alarcón ha jugado 48 partidos oficiales desde su llegada al Betis, en los que ha marcado doce goles y ha regalado otros nueve a sus compañeros. Los encuentros vuelven a girar a su alrededor como si tuviera un imán para atraer bellezas. Y sus derroches técnicos son una constante que vuelven a colocarle en la cima, ese paraíso escondido al que solo aspiran unos pocos privilegiados.

En la misma línea, Skechers Fútbol ha hecho oficial que el centrocampista, a partir de ahora, calzará sus Skechers Razor 1.5 Elite. El desembarco a una marca que ya representan otras estrellas internacionales como Harry Kane, Oleksandr Zinchenko o Mohammed Kudus no hace más que confirmar que el malagueño no se ha movido del trono.

Isco sigue estando entre los grandes. De hecho, nunca dejó de estarlo. Es su sino, su condición. Un guiño poético que, por fin, nos lanza el planeta. Larga vida al rey.

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