Fondo Segunda
·6 de julio de 2023
Fondo Segunda
·6 de julio de 2023
Ya superó la primera piedra el FC Andorra en el momento que amarró la permanencia en el año de su estreno en el fútbol profesional. El cuadro de Eder Sarabia firmó una temporada que superó con creces cualquier expectativa, en base a una propuesta tan efectiva como sumamente atractiva. Disfrutó e hizo disfrutar, pero, sobre todo, aprendió. Y, ahora en la nueva temporada, tratará de asentar conceptos al tiempo que comienza a asimilar nuevas lecciones. Reinventarse será el próximo paso, más aún después de presenciar una auténtica desbandada en una línea ofensiva que ha quedado prácticamente huérfana. El Andorra deberá ahora abordar una reconstrucción masiva en los próximos meses que, de momento, ya ha comenzado con la colocación de un primer cimiento llamado Julen Lobete.
Existe una idea extendida que establece una relación directa entre ascenso-descenso: todo el que sube un peldaño es el que tiene más posibilidades de caer al año siguiente. La limitación de recursos o las dificultades de adaptación son los motivos más recurrentes a la hora de explicar una teoría proclive a producirse, pero que también cuenta con ciertos resquicios de inexactitud. Las aventuras recientes en el fútbol profesional de Lorca, Cultural Leonesa, UCAM Murcia o Logroñés, entre otros, refuerzan una creencia que pierde peso hasta convertirse en una nimia sospecha en el momento en el que aparece el bloque de los Cádiz, Mallorca, Alavés o Girona que, aunque ahora cohabitan en una plácida posición en la élite, en una época pasada también tuvieron que cimentar un crecimiento sostenible hasta demostrar la esterilidad de esa teoría. Y es ese bloque predilecto, precisamente, al que aspira a acceder un Andorra que, por el momento, buscará rebasar un listón que quedó realmente elevado al término de la pasada temporada como meta cortoplacista.
La marcha de piezas indispensables en el equipo como Bakis, una de las revelaciones del curso anterior, sumada a la salida de otras como Carlos Martínez, Bundu o Germán Valera, que compusieron un fondo de armario más que consistente, será el primer escollo que deberá vencer el Andorra para no desviarse de la buena línea trazada en el año del estreno en la élite. La profundidad requerida en el proceso de reconstrucción, especialmente de la zona ofensiva, desencadenará muchos movimientos en una puerta de entrada que, recientemente, ha rebasado Julen Lobete.
El delantero vasco ha aterrizado en Andorra nutrido por su experiencia reciente en Países Bajos, donde tuvo un año destacado actuando como revulsivo de lujo en las filas del RKC Waalwijk de la Eredivie, aunque ahora parece estar preparado para dar el paso. En Andorra tendrá, de primeras, la complicada papeleta de suplir a Bakis como la referencia ofensiva, pero es su polivalencia la que le permitirá ocupar distintas posiciones para ofrecer múltiples variantes en el frente de ataque. Nueve, detrás del punta o caído a banda. Delantero móvil dotado de una buena capacidad asociativa. Cumple, aunque no reluce. Y, así, sin destacar en exceso, sin recurrir a la espectacularidad, este currante del área es capaz de pasar de las penumbras de la trastienda a la notoriedad del estrellato en cuestión de un partido: Lobete siempre aparece en el momento adecuado para brillar con fuerza.
Foto: instagram de Julen Lobete
Ya en el año de su debut en Primera División, como canterano de la Real Sociedad, derribó la puerta de una patada marcando ante el FC Barcelona en un escenario tan imponente como el Camp Nou. Y, tan solo tres meses antes, había mostrado el camino del filial donostiarra hacia el ascenso a LaLiga Smartbank con un tanto que, curiosamente, acabó con el sueño del Andorra de debutar en el fútbol profesional. Ahora, dos años después, sus caminos se vuelven a encontrar. El hombre que se convirtió en el detonante de un mar de lágrimas pasará a sembrar felicidad. El villano será héroe. La bestia negra será tricolor para demostrarnos una vez más que, en una madeja de historias aparentemente cerradas, siempre hay cabida para un último giro en una trama del todo inacabada llamada fútbol.