IAM Noticias
·17 de diciembre de 2024
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·17 de diciembre de 2024
El Madrid llega a Doha con el astro francés como gran figura para disputar la final de la Copa Intercontinental contra el Pachuca mexicano.
El último viaje empezó para el Madrid con un contratiempo. La expedición llegó a Doha pasada la medianoche (sobre las 22:10 en España) en un vuelo cuya salida desde Barajas se retrasó más de dos horas y media por un incidente que obligó a cambiar de aeronave. Ya era martes en la capital catarí cuando Ancelotti y los suyos llegaron a su hotel de concentración, en lo que será la última parada de la travesía del equipo en este 2024 cargado de títulos. Muy cerca de aquí comenzaba hace 11 meses el recorrido triunfal de los de Ancelotti. A la Supercopa de España en Riad le siguió la Liga, certificada en la intimidad del vestuario del Bernabéu. Después vinieron la 15 en Wembley y la Supercopa de Europa en Varsovia. La quinta pieza de la colección espera en Lusail, donde mañana miércoles (18:00, Telecinco), justo dos años después de coronar a Argentina como tricampeona mundial, el Madrid tendrá enfrente al Pachuca mexicano, campeón de la Concachampions y que ya lleva 12 días en Doha en los que ha derrotado al Botafogo brasileño y al Al Ahly egipcio en un extenuante partido que el sábado se resolvió en la muerte súbita de los penaltis.
Esta nueva Intercontinental, recuperada por la FIFA para mantener una cita anual de clubes en su calendario, es la segunda guinda al pastel principal que es la 15. También la oportunidad de Modric de levantar su segundo trofeo como capitán y agrandar su leyenda con su 28º título como madridista. Y de que Carvajal, inscrito en la lista de 26 pese a su lesión para que ni la estadística ni nadie en el futuro pongan en tela de juicio el que puede ser su 27º título.
Pero la atención está puesta en casi un primerizo en eso de celebrar títulos con el Madrid: Kylian Mbappé. La participación del astro francés contra el Pachuca es la gran incógnita al partido. Cualquier conversación de fútbol que surge en Doha alrededor del partido empieza con su nombre y la pregunta de si jugará o no.
Ha pasado una semana desde que se lesionara en el muslo izquierdo en el encuentro de Champions ante el Atalanta. Aún no se han cumplido los diez días que se estipularon de plazo para su recuperación, pero la Intercontinental apremia. Hoy se probará en un entrenamiento crucial. El Madrid se entrenará en el escenario de la final esta tarde a las 18:30 (hora local, las 16:30 hora peninsular). Antes de la sesión hablará Ancelotti, pero el momento clave será cuando Kylian pise el césped y manifieste sus sensaciones. Desde el primer momento el objetivo ha sido poner a Mbappé a punto para la final. La esperanza en todo momento es que jugará. Que sea desde el inicio o saliendo desde el banquillo, ya dependerá de él, de los médicos y de Ancelotti.
Es un partido de los que marcan a las estrellas. Un escaparate mundial. Y en un momento, antes de lesionarse, en el que por fin parecía que llegaba la mejor versión de Mbappé tras una inicio de andadura en el Madrid con muchos altibajos. Ha marcado en los dos últimos partidos y suma 12 dianas. Puede ser su segundo título como madridista y desquitarse de la decepción de la final del Mundial de hace dos años en el mismo escenario donde marcó un hat-trick para enjugar por dos veces la ventaja de Argentina pero la tanta de penaltis acabó dando el título a la Albiceleste.
En Qatar los preparativos para su Día Nacional, que también se celebra mañana miércoles, restan protagonismo al partido. Pero para muchos la Intercontinental será el gran colofón a la fiesta, con la oportunidad de ver de cerca a sus ídolos y, sobre todo, a Mbappé.
Hasta la disputa del partido, el Madrid descansará en el hotel Al Messila, un oasis a las afueras de la ciudad completamente blindado para que nada perturbe la estancia del equipo blanco. El equipo llegó pasadas las 01:10 de la madrugada (23:10 del lunes en España). Un multitudinario comité oficial de bienvenida esperaba al equipo en el hall del establecimiento, mientras en la espontaneidad del exterior la presencia de la prensa española cuadruplicaba en número a los dos curiosos que esperaron al autobús mientras algún despistado preguntaba desde su coche si venía Cristiano.
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