Informa Betis
·27 de enero de 2025
Informa Betis
·27 de enero de 2025
El bético es la personificación de la palabra sentimental, en primer lugar, porque ama incondicionalmente y después, porque se aferra al mínimo resquicio de esperanza para atisbar luz en cualquier tormenta, haciendo valer la buena interpretación del término “Manquepierda”.
No se trata de conformismo y eso lo entenderán muy pocos, se trata de ondear la bandera orgulloso en las duras y en las maduras, de insistir en que la fe verdiblanca es inquebrantable. Y, en cierto modo, pude percibir ese mensaje tras la victoria en Son Moix.
Un Real Betis con un halo de pesimismo justificado por su bagaje en las últimas jornadas llegaba a Mallorca sujetado por alfileres, con un elenco repleto de niños que soñaban con hacerse mayores de golpe. Y se olvidaron del contexto y, en medio de tierra hostil, supieron lamerse las heridas para recuperar la fe, que no el amor, que siempre estuvo representado en cada garganta verdiblanca en tierra balear.
El gol de Bakambu es esa alegría que te da un hijo después de acumular millones de fracasos y que hace que vuelvas a creer en su redención. La esperanza de saber que, ante las adversidades, el equipo compite con corazón y juventud. La recuperación de la fe en una plantilla y un entrenador que vagaban en la incertidumbre.
Y es que, el bético sabe que cuando arrecie el temporal, habrá un chaval que lo sienta como él esperando su turno, como Ángel Ortiz, como Pablo García…niños que un día se agarraron al escudo del Real Betis y hoy lo sienten como uno más de esta bendita afición y no dudarán en defenderlo con garras y dientes. Niños que nos recordarán por siempre que la fe, siempre vence a los miedos.