Revista MadridistaReal
·10 de noviembre de 2024
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·10 de noviembre de 2024
Vinicius Junior decidió el encuentro ante Osasuna con un espectacular hat-trick en el Bernabéu y demostró que no necesita ningún galardón para recordar al mundo que, a día de hoy, y desde hace ya bastantes meses, no hay ningún futbolista en el mundo mejor que él. Es el que siempre tira del carro, el que nunca se esconde y el que anotó nuevamente otro triplete, el segundo de su carrera con la elástica blanca, para curar las heridas de los madridistas tras los dos batacazos ante Barcelona y Milan, respectivamente.
El brasileño, que tras no ganar el Balón de Oro dijo que lo haría «diez veces más si es necesario», ha despertado y ha sacado toda su furia. Cada vez es más decisivo, ya sea por el centro o por la izquierda, y ante Osasuna volvió a dar un recital de cómo sobreponerse ante la adversidad. Llegaba el Real Madrid en una malísima dinámica, no solo por la racha de derrotas, sino también por las sensaciones y el caldo de cultivo que se había implantado en el Bernabéu y contra Ancelotti.
Vinicius no quiso más dramas y tiró del carro del equipo. A pesar de lo difícil que se le había puesto a los blancos, con las lesiones de Rodrygo, Lucas Vázquez y Militao. El ‘7’ del Real Madrid puso actitud, ganas, ritmo y goles. El primero, en el primer acto, tras recortar a Moncayola y golpear al palo corto de Sergio Herrera. Imparable. Se fue a buscar a Ancelotti y el abrazo entre jugador y entrenador fue la clara muestra de que el vestuario está con el técnico, a pesar de las dudas y de las críticas.
Ya en la segunda mitad, Vinicius no descansó hasta que Ancelotti decidió cambiarle, pero le dio tiempo a hacer dos tantos más. El segundo, muy similar al del curso pasado que también le anotó a Osasuna. Lunin trazó una asistencia extraordinaria desde su portería y el brasileño, con calma y calidad, recortó al portero rojillo y puso el 3-0 y el segundo en su cuenta particular. El 4-0, también obra suya, tras un robo de Brahim y la asistencia del malagueño. Vini solo tuvo que empujarla y no falló. La grada se rindió a él y la alegría se desbordaba en Chamartín. «Vinicius, Balón de Oro», cantaba el Bernabéu. Pero él demostró que no necesitaba ganarlo, porque es el mejor.