IAM Noticias
·24 de octubre de 2020
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·24 de octubre de 2020
José Antonio Pepe Castro, con sus desbordes picantes por la punta derecha, fue una de las marcas registradas de la década exitosa de Argentinos Juniors, aquel vistoso y efectivo equipo que se coronó campeón de la Copa LIbertadores de América hace, hoy, exactamente 35 años.
“Siempre destaco lo que desplegaba aquel Argentinos Juniors: el buen juego, la lealtad, no aprovecharse de las reglas para ganar. Nos importaba el cómo, no ganar de cualquier manera. Entendíamos que el buen juego te llevaba al triunfo. Tuvimos técnicos, como Labruna, Saporiti y Yudica, que nos metieron eso en la cabeza”, afirma el ex delantero con participación en Argentinos entre 1983 y 1988 (211 partidos y 42 goles), en una entrevista con IAM Noticias.
“Otro mérito de ese equipo campeón de la Libertadores fue que nunca fuimos locales. La visión de Don Angel (Labruna) de sacarnos de la cancha, de dimensiones reducidas, de La Paternal fue fundamental para entender que nuestro estilo de juego se adaptaba mejor a canchas más grandes. Así que ganamos esa Copa jugando siempre de visitantes”, destaca el futbolista surgido de Vélez y con posteriores pasos por Independiente, Argentinos Juniors, Unión, San Lorenzo, Universidad de Chile y la Selección Argentina.
“Después del baile que le dimos a Vasco da Gama, que era el cuco brasilero, en Rio de Janeiro y habiendo arrancado 1 a 0 abajo, nos dimos cuenta que estábamos para grandes cosas. Y superamos un problema: Ferro, un equipo que representaba otro estilo de juego y que tenía el apoyo de la prensa. Hasta había un cantito de los hinchas de Argentinos dedicado al Gordo José María Muñoz y a Víctor Hugo Morales, que eran los abanderados del juego del equipo de Griguol. Yudica nos dijo que sabía cómo ganarle a Ferro. Ellos siempre nos plantaban lucha, tenían buenos jugadores y sabían neutralizarnos bien. Empatamos el primer puesto del Grupo y tuvimos que ir a un partido desempate. Con los consejos del PIojo Yudica, les ganamos 3 a 1 y pasar ese partido, me hizo sentir que podíamos pelear hasta el final de la Copa”. resalta Castro.
El wing que también salió campeón del Metropolitano 1984, el Nacional 1985 y la Copa Interamericana 1986 con la casaca del Bicho de La Paternal dice que “veníamos sentando la base desde el Campeonato Metropolitano. Era bueno lo que se había gestado desde el comienzo. Don Angel le dio la impronta a ese equipo que saldría campeón, creo que ni él se hubiese imaginado que íbamos a llegar a tanto. Nos sentíamos, entre comillas, invencibles”.
Sobre las finales ante América de Cali, que desembocaron en un tercer partido, el ex futbolista señala que “América era un poderoso del continente, y se hacía más difícil en Colombia por el hostigamiento. Fue donde más lo sentí en toda mi carrera. No por algo malo, sino porque la bulla, los gritos y la tensión se sentían mucho. En América, atajaba un amigazo: Pelusa Falcioni, con quien habíamos hecho las inferiores y jugado juntos en la Primera de Vélez. Fueron tres partidos durísimos, ganamos en Argentina, pero no por la diferencia que queríamos”.
“Para el partido en Colombia tiramos toda la carne al asador. Ereros y yo veníamos con molestias físicas, pero con el PIojo decidimos jugarnos todo. Si hubiéramos sabido que íbamos a un tercer partido, nos hubiésemos reservado para esa última final. En la intimidad no creíamos que íbamos a perder”, recuerda.
Esa lesión marginó a Castro del partido determinante, pero igual estuvo junto a sus compañeros en el estadio Defensores del Chaco: “En Paraguay estuvimos con Ereros siguiendo el partido desde el banco. Estando afuera se ve más fácil, pero igual estaba muy nervioso y diciéndome: Pucha, que ganas de jugar. Estaba con mucha tensión, no tenía la capacidad que tiene un Bielsa para ver un partido desde abajo, dentro de la cancha, agachado”, recuerda.
Castro, de 65 años, con breves registros como director técnico y periodista deportivo tras colgar los botines y apasionado del automovilismo, asegura: “En ningún momento tuve dudas que íbamos a ganar ese tercer partido y salir campeones. No podía ser injusto el destino con un equipo que no admitía las trampas, hacer tiempo o esconder la pelota. Pero, nobleza obliga, admito que como futbolista no gusta ganar, o perder, finales por penales”.
“Hubo jugadores que no recibieron el reconocimiento que merecían. Uno es el Panza Videla, un gran jugador y quien pateó, y metió, el penal que definió esa serie. Otro que es reconocido como debería es el Piojo Yudica. Sin él como técnico, no hubiéramos salido campeones. Manejó tiempos y situaciones difíciles con mucha muñeca, personalidad y autoridad”, manifiesta.
Sobre la repercusión de aquel Argentinos, cuenta que “muchos hinchas de otros equipos nos decían que la alternativa, si no jugaba el cuadro de ellos, era ver a Argentinos Juniors. Todos querían que ganásemos en la Libertadores, éramos el equipo de todos los argentinos. Jugábamos bien, no lográbamos triunfos como fuera”.
En esa Libertadores inolvidable para Argentinos Juniors, Castro disputó 11 partidos y anotó 2 goles, ambos para sellar victorias 2 a 1: a Vasco de Gama, en Rio de Janeiro, en el grupo inicial, y a Independiente, en Avellaneda, en el último cotejo del grupo semifinal.
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