
lavidaenrojiblanco.com
·15 de abril de 2025
Remontada ante el colista

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·15 de abril de 2025
El Valladolid llegaba el lunes santo al Metropolitano acumulando varios siglos sin ganar un partido, sin estar ni siquiera cerca de hacerlo, pero si hay algún equipo al que le guste la zozobra, el divertimento, especialmente en un día gélido y lluvioso entre semana, ese es el Atlético de Madrid. Cabe destacar que se dieron cita 56 mil personas para presenciar el partido que cerraba la jornada en el comienzo de la semana -cosas del fútbol moderno- y que esos valientes hicieron del estadio un oasis entre la inclemencia del tiempo y del partido.
Salió con cierta apatía el Atleti pero en el minuto veintiuno el VAR lo hizo despertar. Un codito de Lenglet desvió la pelota y el colegiado fue llamado a consultas para decretar una pena máxima en diferido. Sylla hizo el cero a uno y en los cinco minutos siguientes todo se precipitó. Giuliano Simeone sacó la bandera de la casta, el nombre de la familia, gritó para adentro y para afuera y apenas cuatro minutos más tarde provocó un penalti por un pisotón que tampoco el árbitro vio (alabado sea el videoarbitraje) y que Julián Álvarez transformó tirándola al medio de la portería y haciendo inútil la estirada de Ferreira. Se sacó de centro y al menor de los Simeone le parecía que no era suficiente y galopó de nuevo en la derecha, metiéndose en el área, recortando hacia adentro, su pierna mala y fusilando con un golazo de zurda que levantó por completo al estadio, identificado como nunca con ese chavea que hace nada recogía pelotas en la banda para su padre y ahora se golpeaba el pecho y se besaba el escudo con la rabia de la pasión. Hechas las tareas, el Atleti sesteó de nuevo.
MADRID, SPAIN – APRIL 14: Alexander Sorloth of Atletico de Madrid celebrates scoring his team’s fourth goal during the LaLiga match between Atletico de Madrid and Real Valladolid CF at Riyadh Air Metropolitano on April 14, 2025 in Madrid, Spain. (Photo by Denis Doyle/Getty Images)
Lo hizo hasta que tras el descanso, en la segunda vez en la que el Valladolid pisaba terreno enemigo, Lenglet cometió una falta innecesaria en la frontal y Javi Sánchez la golpeó ni fú ni fá, pero Gallagher desvió la trayectoria desde la barrera al contrapié de Oblak y así, sin comerlo ni beberlo, el partido estaba empatado de nuevo. Era casi el sesenta y ya era poca cosa la broma. Nunca un equipo había sido tan productivo en ataque como el Valladolid, ¿para qué? Debieron pensar los hombres de Rubio.
El caso es que Simeone torció el gesto y metió tres hombres de una tacada: Sorloth, Riquelme y Le Normand. En seguida también Nahuel para que Llorente fuera al medio y por último, Lemar. El Atleti mejoró mucho y no dio lugar al desastre, que hubiera sido no ganarle a un equipo que llevaba perdiendo durante más de un siglo, y la electricidad de Riquelme, la ausencia de Griezmann, que deambuló durante una hora por el campo, y la presencia de Sorloth, dieron otra cara al ataque. En seguida llegó otro penalti, esta vez a Llorente, que Julián transformó esta vez a la derecha del portero, y por último el noruego remachó un remate de la Araña que había rechazado en paradón el portero del Valladolid. Con el Valladolid ya vencido y resignado y el Atleti tranquilo, se vieron buenos minutos de Lemar, que pareció Maradona al lado del actual Griezmann, y también de Riquelme, cuya verticalidad enamoró a todo el mundo. Hasta que el partido acabó y todos regresaron pensando que bueno, que era un comienzo, pero que habría que poner las cosas en cuarentena porque al fin y al cabo, no se pueden hacer muchas lecturas cunado se juega contra rivales que ya se han olvidado como se ganaba en el juego.