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La Galerna

·5 de marzo de 2025

Resiliencia, esto era

Imagen del artículo:Resiliencia, esto era

Durante la tarde de aquel martes barrunté la idea de que, si había un día para meterle mano al Madrid, era ese. Si Dios había marcado en su agenda una fecha para que el Atlético diera un puñetazo sobre la mesa en la Copa de Europa, era entonces. Si las venganzas de la Décima y la Undécima pudieran consumarse, si por asomo pudieran tan sólo olvidarse mínimamente, tendría que ser un martes sin Bellingham, sin Ceballos, sin Carvajal y sin Militao al comienzo de un frío y lluvioso mes de marzo.

Pero el Madrid ganó 2-1 y yo respiré tranquilo. Hoy no es ese día, dijo Brahim como también lo dice Aragorn frente a las Puertas Negras, y decidió responder al Cholo con el lenguaje de la verdad: aquel en el que sólo intervienen un jugador estratosférico y un balón. Habla ahora, le dijo también Brahim a Simeone. Se dijeron muchas cosas bonitas, anoche.


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Demostró Brahim que el verdadero lujo no está en comprarse un bolso de Hermès desgastado para hacer ver que te importa poco gastar miles de euros en una pieza que cuelga del brazo o, en el mejor de los casos, del hombro. El verdadero lujo es poder elegir y de él goza Carlo Ancelotti: entre Modric y el travieso mediapunta (Jabois dixit), se decidió por el segundo, en contra de lo que pensó, manifestó y creyó intuir Diego Pablo Simeone en la previa.

La demostración de que el lujo reside en contar con un buen abanico de opciones cayó también bajo Fede Valverde, tras un nuevo constatar de que estamos ante un jugador capaz de marcar una época. Su versatilidad desafía las etiquetas. Concebido como mediocampista, el uruguayo aceptó el reto de colmar el vacío dejado por la lesión de Carvajal y la discontinuidad de Lucas Vázquez. Como Michael Corleone, parece decidido a ir más allá de cumplir su cometido; este Valverde audaz y poderoso está empeñado en ser él quien conceda los favores, en ostentar el anillo que debe ser besado.

Gozar de la posibilidad de usar jugadores que se reinventan casi a voluntad es un lujo incomparable que debería hacernos reflexionar sobre la belleza de la adaptabilidad. Esta debe de ser la verdadera resiliencia y no ese concepto ultraliberal con el que los ciudadanos creemos imbuirnos cuando vienen mal dadas o no queremos pasarnos de sindicalistas.

Valverde anda demostrando que el lujo real no radica en lo material, sino en tener la capacidad, quizá económica, de tomar elecciones basadas en el placer y no en la necesidad. Podríamos pensar que si el uruguayo juega de lateral derecho es porque era la mejor opción dadas las circunstancias, pero no olvidemos que prescindir de un centrocampista puede ser, a la larga, más problemático que cojear de un lateral. Así las cosas, recordemos también que Lucas Vázquez estaba disponible.

Carletto, sin embargo, optó por el lujo. Partió más la alineación, casi se descolgó con un 4-2-4. Si total ya, qué más da, si total ya, hay dos que no bajan, si total ya, hay dos que no corren para atrás. El lujo fue prescindir de Valverde en el centro, para esa misión eligió a Tchouameni y a Camavinga, apoyados a veces por los voluntariosos Brahim y Rodrygo. El lujo fue elegir a Valverde para el lateral en vez del centro para usarlo de quitanieves en su carril. Otra vez, un lujo digno de ser celebrado en la grada y en cada crónica y en cada columna. Un lujo verdadero, puro placer enmascarado de necesidad.

En la primera temporada de Yellowstone, John Dutton dice que, si alguien tuviera todo el dinero del mundo, compraría esto. Con esto se refiere a su rancho y con su rancho, a la posibilidad de elegir vivir rodeado de robles, de caballos, de montañas, de nubes esponjosas, de cielos azules que a veces se tornan en naranja, de aire fresco, de silencio, de libertad. Se anticipó el personaje encarnado por Kevin Costner a todo el madridismo y al germinar de un nuevo lateral de época: igual que el lujo no está en vivir en el campo, sino en poder decidirlo, el verdadero lujo no residía en firmar a Mbappé sino en tener a Valverde y no usarlo de mediocentro si no era necesario.

Getty Images

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