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La Galerna

·5 janvier 2025

1-2: El derbi vuelve a ser blanco

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El Real Madrid femenino derrotó (1-2) al Atlético de Madrid en el derbi de Liga F disputado en Alcalá de Henares para romper la mala racha que venía arrastrando frente a las rojiblancas. Al gol inicial de Linda Caicedo, la mejor del partido, le siguieron dos tantos trastabillados, uno en cada área. Primero Gaby García en propia para dar el 0-2 al Real y, finalmente, un chutazo de Silvia Lloris con infortunio de Misa Rodríguez que mantuvo la tensión hasta el último momento.

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¿Por qué los partidos con equipos de nivel desigual no siempre siguen la lógica que marca el papel? ¿Debe atribuirse al mérito del inferior o al demérito del superior? ¿Es inevitable el sufrimiento en el fútbol? Son interrogantes universales e inmanentes al deporte, una de las claves que evitan el aburrimiento de lo previsible y, al mismo tiempo, conducen a la desesperación de quien espera que el curso de los acontecimientos fluya como el agua del río cuesta abajo. Cualquier aficionado del Real Madrid femenino pudo verse lidiando con esas preguntas durante los noventa minutos de juego en los que el equipo de Alberto Toril se enfrentó a su perseguidor en la tabla.


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Y es que las posiciones son sucesivas, segundo contra tercero, pero ni la (virtual) diferencia de puntos ni su nivel de fútbol esperado denotan igualdad. Para alcanzar el punto de equilibrio con el Real, este Atlético de Madrid necesita intensidad, precisión y acierto en ambas áreas, además de todo lo contrario del lado merengue. Un cóctel difícil de conseguir que, sin embargo, suele darse una y otra vez en cada uno de estos enfrentamientos en el fútbol femenino.

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Ante un Atleti necesitado de puntos y con defensa de cinco, Toril volvió a optar por su plan de refuerzo del centro del campo (Melanie Leupolz, Sandie Toletti y Filippa Angeldahl, más Caroline Weir), a costa de decantar todo el ataque por el flanco de Linda Caicedo. Las locales dejaron el balón al Madrid y buscaron el fallo blanco fruto de su intensa presión o el juego directo al espacio con Rash Ajibade. Ninguna de las dos cosas sucedió, puesto que este año las centrales madridistas se llaman María Méndez y Maëlle Lakrar, hecho que redujo en buena medida la tendencia al caos vista en otras citas.

El Real Madrid dominaba sin excesos, el Atlético se conformaba con intentar emboscadas y, en lo relativo al fútbol ofensivo, todo lo canalizaron las piernas de dibujos animados de Linda Caicedo. Proyectada una y otra vez por Olga Carmona, Caroline Weir o Signe Bruun, la colombiana fue un martillo pilón que atemorizó a Ainhoa Moraza y a Xènia Pérez. Durante 44 minutos le siguió faltando la clarividencia dentro del área que la separa de confirmarse como la superclase que fichó el club, pero su insistencia tuvo el premio de conseguir hacer recular a sus rivales como mera estrategia de supervivencia. Al borde del descanso, tras una gran recuperación de María Méndez y el enésimo pase en profundidad de Weir, Caicedo avanzó hacia la portería y, esta vez por un carril más centrado, pudo abrirse hueco con más comodidad y disparar seco al palo corto de una Lola Gallardo que hizo la estatua.

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El 0-1 conseguido dentro de un minuto psicológico hizo daño al Atlético, que volvió destemplado y desorientado del vestuario. En los diez minutos posteriores, fase del partido en la que el cuadro colchonero bajó su excitación, el Real dobló su ventaja y pudo matar el partido sin apenas despeinarse. Primero, en el 53, las blancas encajonaron al Atleti dentro de área hasta que en una segunda jugada Linda Caicedo volvió a romper a Moraza en un quiebro hacia la línea de fondo. Su centro iba dirigido a Weir, que no llegó pero sí peleó el balón para forzar el gol en propia puerta de Gaby García. Inmediatamente después, la veinteañera colombiana corría de nuevo como un misil a campo abierto ante la desaparición de la resistencia rival. Asistió a Bruun, que prolongó en semifallo a Weir y, con todo a su favor, la ’10’ erró el claro 0-3 como sólo saben hacerlo los zurdos geniales: de manera cómica por lo inexplicable de tener un pie derecho inservible.

¿Por qué permitió el Real Madrid resucitar a uno de sus máximos rivales, en un partido clave, cuando bastaba con mantener un nivel de funcionamiento normalito para doblegar al Atlético? La respuesta no puede contestarse desde la ciencia, pues entra en la misma categoría que la magia de la noche de Reyes. Dentro del espectro visible, ocurrió que el Madrid respiró y dejó respirar, que un disparo solitario y lejano de Silvia Lloris dio en el poste, chocó con el guante de Misa Rodríguez, volvió hacia la portería y pareció superar la línea de gol, y que el estrambótico 1-2 permitió al Atlético de Madrid soñar con el empate hasta el pitido final.

Si bien poco habría importado el empate en lo numérico, pues el Real sigue contando con dos partidos pendientes para alejar al rival de la ciudad en más de diez puntos, lo importante del partido, como casi siempre en el fútbol, estaba en las implicaciones no tangibles del resultado. Para el Atlético habría supuesto arrebatar la sonrisa al Madrid una vez más desde la inferioridad; para las madridistas, revelar una fragilidad mental que este Real Madrid no puede permitirse. Una vez recuperado el color blanco en el derbi, las de Alberto Toril pueden centrarse en cosas más importantes. Y más exigentes.

Getty Images.

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