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La Galerna
·8 Februari 2025
1-1: Oblak y el CTA salvan al Atleti
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·8 Februari 2025
Contra los elementos, bajo una atmósfera hostil y vengativa arbitral, y para más inri ante un viejo y detestable rival, el Real Madrid, aún líder, supo sobreponerse al enésimo gol artificial diseñado desde el VAR para que el Atlético, ironías del destino, se adelantara ante el Trampas. Mbappé puso el empate y el Atlético, sufridor, y mecido por el silbato, supo aguantarlo.
Saudade en los prolegómenos ante la despedida del madridismo a una de sus leyendas, Marcelo, que, gallardo, contuvo las lágrimas acompañado de sus hijos. Atronadora ovación del Bernabéu a la que apenas correspondió por cierto Henry Cherry en el palco. Llegaba un derbi flamígero, de colera epistolar madridista al que el convento de las locas de la liga ha correspondido rasgándose las vestiduras mientras vuelan los millones en fondos de inversión de tres letras y billetes de Monopoly con el perfil griego de Enríquez Negreira. Entre presuntamente sarcásticos tuits colchoneros, hay que agradecer que este año no nos hayan ahorcado ningún muñeco para llegar al derbi. Que sepamos. Así, cual vikingos en drakar a la deriva, solos contra el mundo, afrontábamos la siempre amable visita de los del Cholo, los cholitos, este año además con uno de verdad en el once.
No obstante, ciñéndonos estrictamente a las cosas del comer, lo cierto es que el Madrid comparecía a un encuentro de machete y colmillo con una defensa cogida por los alfileres del costurero Aureliano, pronto, de nuevo, foco de todas las miradas y todas polémicas. Valverde y Ceballos, zapadores en el campo de minas colchonero, y arriba los Cuatro Fantásticos. Demasiada fantasía. O ninguna, según se mire.
Al Madrid – José Mourinho Felix dixit- no le sientan bien los homenajes antes de los partidos y así compareció el líder al choque. Tibio. Contraste entre la fulgurante entrada al corte de Asencio frente a Simeoncito y la temeraria pérdida de Lucas Vázquez que casi causa el primer disgusto en la parroquia merengue. Así las cosas y dadas las circunstancias, poco a poco el Real se sumía en el laberinto de sombras cholescas. Con calidad y paciencia, pero sin peligro ninguno, sostenidos por un aguerrido y casi siempre lúcido Ceballos, los de Carletto se prestaron a afrontar su clásico suplicio ante el Atlético: masticar un bocata de perdigones. Auténtico plomo. Ocurría poco o casi nada, con la vanguardia madridista en todas partes y a la vez en ningún sitio cuando aconteció el oprobio arbitral liguero de cada fin de semana. Antes, Giménez se llevó el balón con la manita pegada al pecho, pero, decía un sabio, que para eso tiene uno precisamente el pecho a la hora de jugar al balompié. Ni se pitó ni revisó nada.
No sucedió lo mismo a los 34 minutos. Un centro lateral de los indios desde territorio comanche, aparentemente inofensivo, se convirtió en un arma de destrucción masiva diseñada desde el ese gabinete de los horrores que es la sala VOR gracias a una extraña coz de Tchouameni, convertida en insulso pisotón a Lino. Aquí, sí. Aquí no hubo duda ninguna. Soto Grado es el que mejor maneja el ruido externo, comentaba ufano Axel Torres. Fabuloso.
Julián Álvarez, desde los once metros y por el centro, adelantaba al Atlético en el Bernabéu. Ancelotti se echaba las manos a la cabeza y el Madrid acusaba un nuevo golpe bajo a la altura del bañador, que cantaba tu pantalla amiga en el pressing catch de los noventa. Y hay que decir que Tchouameni, al que últimamente parece haberle mirado un tuerto, se sobrepuso a la desdicha abortando un par de contraataques peligrosos rojiblancos cuando su equipo andaba aún azorado. Tras los pitos del Bernabéu del otro día, no puede decirse que Aureliano no haya sido sometido al sufrido curtimiento de Chamartín.
El Madrid debió abrazar algún tipo de filosofía zen en el vestuario porque compareció con nuevos bríos y las ideas más frescas, tras seguro practicar algún tipo de exorcismo mental ante el hombre de negro, hoy de amarillo. Vini volvió a su banda izquierda, sin saber muy bien dónde diantres estuvo en el primer tiempo, y el Madrid comenzó a inclinar el campo.
Fue sin embargo Goes, en uno de sus característicos eslálones, quien se coló entre indios cual policía montado del Canadá para servir el pase de la muerte a Bellingham. Despejó a duras penas Giménez pero, inmisericorde, Mbappé no perdonó el rechace para empatar a los 54 minutos. 1-1 y mucho bacalao que partir en la capital.
El gol inflamó al Madrid, prendió la mecha del Bernabéu y acogotó a un sufridor Atlético, su verdadero ADN. Bellingham astilló el larguero tras otro centro de Vini y puso a prueba a Oblak con otro cabezazo. Al otro lado, cada acometida atlética era contenida por un feroz y fulgurante Asencio y un sereno Tchouameni, bailando al filo de la línea de meta muchas veces. El líder acumulaba ocasiones de mayor o menor grado en plena combustión merengue. El Cholo, entre sus aspavientos, hacía cuatro cambios y Ancelotti le daba al chicle.
A falta de poco más de diez minutos, Modric y Camavinga entraban por Lucas y a un bravido y clarividente Ceballos. Simeone cerraba sus sustituciones con el tallo noruego Sorloth en detrimento de Álvarez, y el Bernabéu afrontaba con el corazón en un puño el final de una dramática función. El Madrid insistía, Vini percutía y percutía, Goes disparaba desde lejos muy cerca, válgame la expresión, pero el Atlético, lo sabemos, lo conocemos, es pérfido, es capaz de sufrir e inocular su veneno en los peores momentos. Y con los VARbitúricos nunca se sabe.
Comparecía Brahim, demasiado tarde quizás, por Rodrygo en el 84. A filo del noventa cabalgaba Valverde, Mbappé no llegaba ante Oblak por un dedo meñique y la posterior volea de Fede tras córner se marchaba cerca del palo. Sólo tres minutos de descuento que no dieron para más.
El Madrid pudo al menos recuperar la cartera que le birlaron desde un despacho oscuro y retener así el liderato en un derbi feo, tosco y desagradable como siempre, en el que el verdadero triunfador fue el Barcelona de Flick que aun así es muy capaz de cagarla mañana.
Y para concluir, una reflexión. Resulta curioso cómo se quejan los árbitros de los videos de Real Madrid Televisión, pero lo cierto es que no paran de proporcionarles cada día más contenido.
Getty Images
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