La Galerna
·11 Januari 2025
La Galerna
·11 Januari 2025
La primera vez que ves una capibara dudas de lo que estás viendo. Uno se enfrenta a un roedor del tamaño de un perrito, pero por algún motivo no genera el rechazo visceral que tendría que provocarte una rata gigante. Y eso sucede, ni más ni menos, porque al primer vistazo la capibara ya te ha hecho presa de su hechizo.
En mi familia pasó en un zoológico, cuando mi hija hizo la pregunta clave: ¿por qué la capibara se lleva bien con todos? Y es que se trata del bicho que mejor convive con cualquiera. Hasta los depredadores más feroces, entre los que se mueve en armonía, toleran su amable presencia con naturalidad.
Años después de aquella visita, mi hija y yo veíamos correr a Rodrygo. Iba a abrazarse con el autor del centro (uno de esos regalos que un delantero no desaprovecha) y la afirmación de mi hija tuvo la resonancia de las iluminaciones: papá, todos quieren a Lucas Vázquez. Y a mí no me quedó más remedio que darle la razón, porque Lucas Vázquez es la capibara del Real Madrid.
Lucas Vázquez es la capibara del Real Madrid
Su supuesto rol de chico-que-no-molesta le ha permitido sobrevivir en el equipo sin haber sido considerado nunca titular. Ha alternado actuaciones memorables con otras desafortunadas, pero su estatus dentro del grupo le ha permitido reponerse a ambas. Nadie se siente demasiado amenazado por él, pero todos agradecen tenerlo cerca. Y cuando comparece en la banda para entrar en un cambio, hasta los madridistas más vinagres concederán que no se le puede reprochar nada. Lucas da todo lo que tiene. Pero ¿qué es lo que tiene?
Hablamos de un jugador que ha encontrado su nicho ecológico en el ecosistema del Real Madrid —siempre atestado de criaturas letales en el campo y acechado por las enormes sombras de la rumorología de fichajes— abrazado a una característica personal que nunca sobra: Lucas les gusta a sus compañeros y a su entrenador. Sería injusto reducir a eso su extraordinaria carrera (sólo el Milán tiene más Copas de Europa que él, y ya va por 4 mundiales de clubes), pero la imagen que ha conseguido construir para la eternidad del madridismo no será ningún pase extraordinario, ningún gol decisivo, ninguna combinación letal, y ni tan siquiera su lamento en la red tras no alcanzar el balón que nos condenaba, o el modo doloroso en que se ha visto esquinado de los triunfos de su selección nacional... Aunque todo ello ya lo ha vivido varias veces Lucas Vázquez, su legado será el modo en el que afrontó las luces y las sombras, esa cosa tan difícil de definir y de ignorar que es el espíritu.
El legado de Lucas Vázquez será el modo en el que afrontó las luces y las sombras, esa cosa tan difícil de definir y de ignorar que es el espíritu
Hay dos rondas de penaltis en las circunstancias más dramáticas en las que las fieras apretaban los dientes y aullaban. Y ahí tuvimos a la capibara, con su paso juguetón, dispuesto a poner las cosas en su sitio, enseñándonos que el fútbol es, en efecto, un juego, y que sobre todo sirve para aportarnos felicidad. Por eso cada verano los recién llegados —vengan de Brasil, de Birmingham, de París o de donde les plazca— son de pronto primos hermanos de Lucas pues, sin conocerle, a ninguno nos cuesta imaginarlo como a una persona feliz. El tipo al que quieres tener al lado porque va a hacer el paisaje mejor sólo con su presencia.
Habrá quien opine que sus virtudes no son suficientes, pero a él de momento ya le han bastado para alcanzar la capitanía del Real Madrid, cuyo brazalete honra de la mejor manera posible, sudando como el que más y haciendo felices a los que tiene cerca. Ese es el aprendizaje que nos dejará Lucas, un tipo que parece tan buena gente como para hacerse santo súbito de quien se le ponga por delante y al que, en el momento en que se le pida, dejará sobre el césped todo lo que lleva dentro para tratar de levantar otra copa más.
Mientras llega ese día, abracen a la capibara e intenten que se les pegue algo. Ustedes no tienen la culpa de que les guste.
Getty Images.
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