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La Galerna

·13 gennaio 2025

El día del orgullo era ayer 

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“Con la palabra en la boca” es una de esas expresiones que nuestro idioma exhibe. Sin poder de réplica, el interlocutor deja su respuesta para mejor ocasión. No hablo de la final de Supercopa, sino de aquel oprobioso 0-4. Otra expresión es “aprender la lección”, un recurso estilístico acorde a las aspiraciones de revancha, conectada con el amor propio y la asertividad.

Es difícil raspar el hielo de la luna del coche mientras en tu puesto de trabajo aguarda un compañero barcelonista, conservador por otro lado en lo político, bandera de España en la muñeca, pero barcelonista. Uno de esos contrastes propios de las novelas de don Camilo que confieso que nunca entendí.


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Supongo que la mañana después de cada desastre de Annual madridista es un campo trufado de esas setas que todos hemos contemplado. El día del orgullo era ayer, no contra el Celta. Creo que los reinados pasan por someter al rival y nos están sometiendo ellos. Creo que el futbol es pasión, no solo estadística. Y creo que, aunque ganáramos la Liga (no aspiramos a mucho más con esta plantilla limitada en defensa) este será recordado como el año de las humillaciones ante el Barcelona, por eso precisamente, porque el fútbol es pasión. Y quedan uno o dos enfrentamientos más al menos. Una o dos piedras en la uretra que expulsar con dolor.

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Ancelotti, posiblemente, ve la temporada en su conjunto, e igual esta nos sale a devolver, pero no a compensar porque perder contra esta agua estancada y así no es de recibo. No puede salir gratis, para mí el año va a ser gris quede lo que quede, que no va a ser mucho con esta defensa.

Vinícius ya trotaba en el minuto 15 siguiendo el partido en la distancia. Sabíamos que el 1-0 era una anécdota porque sabemos lo que es este equipo mordiendo y no mordían. Porque hemos visto a un Madrid campeador en campo rival y conocemos esa sensación que nos recorre la espina dorsal desde el cuello al coxis. Y ayer no había magia, solo dolor y silencio. Y lo que es peor, la indolencia propia de una sobremesa de sábado, de estómagos calientes y sol de invierno, de esas que nos hacen buscar el sofá como el toro que busca las tablas.

Es culpa de ellos, de los jugadores que admiramos (y lo seguiremos haciendo) y soñamos conocer fugazmente, pero también de Ancelotti. Pero Florentino no va a hacer revoluciones, ninguna. En algún momento habrá que abrir el melón de cómo el Real Madrid de Ancelotti y Pérez le ha dado al Barcelona sus mejores noches de gloria en su peor momento. Porque también Marco Aurelio mereció críticas y un “recuerda que eres mortal” a tiempo y en el momento preciso es un giro de guion que el madridismo espera y necesita. No, la crítica no siempre es vinagre. Tampoco guarda un horizonte lisérgico porque hay lo que hay y porque nada recompone un jarrón roto. Tan solo nos queda seguir oyendo a los vecinos follar mientras subimos el volumen de la tv.

Getty Images.

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