Nacional 2 – Llaneros 1 : GANAR Y VOLVER GANAR | OneFootball

Por: Juan Felipe Velásquez.

Atlético Nacional cumplió con la tarea. Venció 2-1 a Llaneros en el Atanasio Girardot y sumó tres puntos clave en la carrera por asegurar un lugar en los cuadrangulares de la Liga BetPlay I-2025. En la hoja de resultados, el objetivo está cumplido. Pero este es un club que, por historia y exigencia, no se conforma únicamente con el marcador final. En Nacional, el análisis nunca puede quedarse solo en el “se ganó”. También hay que preguntarse: ¿cómo se ganó? ¿qué deja este partido? ¿qué preocupaciones se encienden? ¿qué aspectos se rescatan?

El primer tiempo fue, en términos generales, correcto. Se vio un equipo propositivo, dominante, y efectivo en momentos clave. Andrés Sarmiento y Alfredo Morelos se entendieron bien, se combinaron para anotar los dos goles y dejaron claro que, cuando hay intención y movilidad, Nacional tiene herramientas ofensivas para marcar diferencia. El VAR validó el primer tanto, y el segundo llegó justo antes del descanso, en un momento que suele ser determinante en lo anímico.

Hasta ese punto, todo iba de acuerdo al libreto. Sin embargo, el complemento dejó una sensación distinta. Llaneros, un equipo recientemente ascendido, con menor nómina y sin la presión estructural de Nacional, reaccionó con intensidad. Michael Rangel descontó apenas al minuto 46 y, desde ahí, la visita ganó confianza, ocupó terrenos ofensivos, generó oportunidades y puso en aprietos a la defensa verdolaga. Hubo errores en salida, descoordinaciones en la presión, imprecisión en los relevos, y falta de control del juego. Nacional no logró reponerse emocional ni tácticamente del golpe del descuento. El segundo tiempo se jugó más al ritmo del visitante que del local. Y eso, aunque no tuvo consecuencias en el marcador, debe prender alertas.

Aquí es donde hay que hacer un análisis más profundo. El técnico Javier Gandolfi decidió rotar la nómina. Fue una decisión sensata. El calendario reciente ha sido exigente física y mentalmente, y el partido por Copa Libertadores ante Bahía es clave para el semestre. Profesor Gandolfi, muy buea gestión y aplaudo su desición de rotar la plantilla. En ese contexto, era lógico darles minutos a los jugadores con menor participación. Pero cuando se toma esa decisión, se espera una respuesta acorde. Se espera hambre. Se espera intensidad. Se espera que quien no ha tenido oportunidades, aproveche la ocasión para enviar un mensaje claro: “quiero jugar más, estoy listo”. Jugadores, la oportunidad de demostrar era toda de ustedes.

Esa respuesta, en varios casos, no llegó. Algunos jugadores lucieron desconectados, imprecisos, por momentos sin ritmo. No se trata de señalar a nadie en particular, sino de entender que, en un club como Nacional, cada minuto en cancha es una prueba. Una oportunidad. Y en partidos como este, esos rendimientos individuales pesan más de lo que parece. Porque la estructura necesita respaldo colectivo. Y porque el cuerpo técnico, con sus decisiones valientes, también necesita ser correspondido por los futbolistas. Los suplentes deben pellizcarse y entender la magnitud del escudo que defienden. No es una invitación a defenestrados en esta editorial, es un amable, pero contundente llamado de atención para que realmente demuestren de que están hechos.

La victoria, al final, es valiosa. Se sufrió, sí. Pero se logró sostener el marcador, gracias en parte a las intervenciones seguras de Luis MarquÍNEZ y al carácter defensivo del equipo en los minutos finales. Nacional defendió como pudo, no como quiso. Pero se defendió. Y eso también es parte del juego. Sin embargo, el mensaje es claro: se necesita más. Más convencimiento, más determinación, más jerarquía. El escudo lo exige, la historia lo exige, y el momento de la temporada lo exige.

Ahora viene Bahía. Un duelo de alto nivel internacional. Un examen donde no hay margen para la duda, la improvisación ni la relajación. Nacional ya venció a Internacional y a Nacional de Uruguay en casa. Ganarle a Bahía sería cerrar con puntaje perfecto en el Atanasio, dejar al equipo muy cerca de la clasificación a octavos y, además, enviar un mensaje claro al continente: el verde quiere y puede competir.