La Galerna
·05 de janeiro de 2025
La Galerna
·05 de janeiro de 2025
El partido aplazado entre el Real Madrid y el Valencia, debido a la DANA, no pudo tener más acción y polémica.
Antes de analizar el encuentro, me gustaría enviar un mensaje de ánimo a todos los afectados por esta catástrofe. Espero y deseo que la situación mejore, que los daños sufridos sean reparados, y que puedan recuperar cuanto antes la normalidad en sus vidas.
Respecto al partido, ambos equipos llegaban con dinámicas muy diferentes. El Real Madrid, con la oportunidad de ampliar a cinco puntos la diferencia con respecto al Barcelona, y meter presión al Atlético de Madrid, quien cuenta con un partido menos, y que asaltó el liderato tras aquella inesperada victoria en Montjuic. Por otra parte, el Valencia está inmerso en una de las mayores crisis de la historia del club. Por primera vez en mucho tiempo, el descenso de categoría está llamando insistentemente a su puerta.
Durante los primeros 20 minutos, el partido consistió en un ida y vuelta nada beneficioso para el Real Madrid, ya que el flanco izquierdo compuesto por Mendy y Ceballos se vio completamente superado, y de no ser por dos grandes intervenciones de Courtois, el Valencia se podría haber adelantado antes. Pero en el minuto 27, el Valencia terminaría tomando ventaja tras un mal despeje del belga, que fue aprovechado por Hugo Duro.
En la segunda parte, Bellingham desaprovechó un penalti provocado por Mbappé, y Vinícius fue expulsado debido a un empujón propinado a Dimitrievski en la nuca, quien empezó provocando al brasileño mientras este estaba en el suelo. La expulsión es justa, y en condiciones normales no debería invitar a dudar acerca de la limpieza del colegiado. Pero esto es LaLiga. Una competición que estuvo corrompida durante 17 años (que se sepa) por un club que estuvo pagando al vicepresidente del comité técnico arbitral: el señor Enríquez Negreira.
Durante la revisión de esta jugada, volvimos a asistir a un acto de prevaricación y manipulación calcado a lo acontecido en Mestalla en mayo de 2023, debido a que las imágenes mostradas a Soto Grado reflejaban únicamente la parte en la que Vinícius agrede a Dimitrievski, pero obviando de una manera intencionada lo que ocurre antes, como sucedió en aquella ocasión.
Si estás dispuesto a dar, debes estar dispuesto a recibir. El problema del antimadridismo es que solo quiere dar. Pretenden que el jugador al que insultan sea un saco de boxeo
Respecto a la actitud de Vinícius, su reacción en esta jugada deja bastante que desear, por mucho que sea el rival quien busca dicha reacción. No tanto por deportividad o respeto hacia el contario, quien no merece ninguno en este caso, sino por la desventaja que supone quedarse con un jugador menos y perder al futbolista más desequilibrante del equipo.
En cuanto a su disputa con la grada, estoy de acuerdo con él. Antes de que incluso entrara en contacto con el balón, ya estaba recibiendo insultos y cánticos. No me parece algo negativo. Tal y como yo concibo el fútbol, forma parte de la rivalidad entre la grada y un jugador. Pero, si estás dispuesto a dar, debes estar dispuesto a recibir. El problema del antimadridismo es que solo quiere dar. Pretenden que el jugador al que insultan sea un saco de boxeo.
Tras estos cánticos, Vinícius respondió recordándoles que deberían centrarse en asuntos supuestamente más importantes para el valencianismo, como, por ejemplo, salvar la categoría.
A fin de cuentas, ambos tienen razón. Vinícius quedó segundo en el Balón de Oro y el Valencia es un equipo de segunda.
Tras esta polémica, y con la entrada de Camavinga y Modric al campo, el Real Madrid comenzó a jugar con más fluidez. A pesar de estar con uno menos, el equipo de Ancelotti fue capaz de desmantelar al Valencia, cuya línea defensiva destaca por su escaso talento individual y su desastrosa organización colectiva.
Jude tiene una grandeza y una mentalidad que casan a la perfección con lo que es el club merengue. Bellingham es el Real Madrid hecho futbolista
En una triangulación entre Camavinga, Brahim y Bellingham, el inglés filtró un pase a Modric, quien definió con el exterior de su bota izquierda para equilibrar el marcador. Tras el empate, el partido se descontroló hasta el punto de convertirse en un caos, sin orden y sin criterio. Y en mitad de esta anarquía, apareció el mejor de los 21 futbolistas que quedaban en el campo. El único capaz de pensar con claridad en mitad de toda esta vorágine. Aprovechando un error garrafal de Guillamón, Bellingham devolvió a Mestalla el gol que le birlaron descaradamente la temporada pasada en este mismo escenario, silenciando el feudo valencianista y facturando los tres puntos rumbo a la capital.
Los primeros 50 minutos del inglés fueron ciertamente discretos, fallando incluso un penalti. Sin embargo, este tipo de jugadores aparecen cuando más se les necesita. Con el resultado en contra, con un compañero menos, y con el penalti fallado en mente, Bellingham se echó el equipo a la espalda y lo dirigió hacia la victoria. A partir de su error, el británico dio una exhibición. Asistió a Mbappé en un gran gol en el que el francés sorteó al portero, pero que finalmente fue anulado por fuera de juego, a Modric en el gol del empate, y anotando el gol de la victoria sobre la bocina.
Supongo que, a estas alturas, a nadie le sorprende la clase de futbolista que es Jude Bellingham. Pero no por ello deja de ser espectacular. Sus dos últimos meses son sencillamente formidables. Ha sido y está siendo el mejor en este tramo de la temporada. Se le ha visto ágil, físicamente recuperado, y volviendo a ser decisivo en el marcador. Es un jugador que dispone de una fuente inagotable de recursos técnicos, añadiendo últimamente un desplazamiento en largo que parecía una de sus debilidades la temporada pasada. Es una máquina diseñada para dominar cualquier contexto que se le presente. Y, por si fuera poco, tiene una grandeza y una mentalidad que casan a la perfección con lo que es el club merengue. Bellingham es el Real Madrid hecho futbolista.
Si Bellingham está conmigo, ¿quién, contra mí?
Getty Images.