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La Galerna
·15 de fevereiro de 2025
El segundo cumpleaños del caso Barça-Negreira
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La Galerna
·15 de fevereiro de 2025
—Adelante, amigos. Pasad, pasad. No hagáis mucho ruido que la criatura está durmiendo aún. Le espera un día repleto de emociones y movimiento con esto de su segundo cumpleaños y es mejor que siga descansando un rato más. Sed bienvenidos todos.
—Bien hallado, Jan. Gracias por invitarme a la fiesta. ¿Dónde puedo dejar el abrigo? —Preguntó Louzán—. Ya sabes, soy un recién regado y aún desconozco ciertas costumbres…
—Pues para ser nuevo no vas nada mal. Tus declaraciones contra el Madrit y Florentino son propias de alguien que ya llevara mucho tiempo al frente de la Federación. Vas bien, Rafael. Se ve que tienes las cosas claras y que sabes que quien a buen olmo se arrima, buena sombra le cobija —prosiguió Laporta—. Y el abrigo, puedes dejarlo en la salita que tienes a tu espalda.
—¡Anda, si la habitación está llena de merchandising de UNICEF y de cajas con la discografía de Camela en CD y folios con sus letras impresas! —regresó Louzán algo sorprendido tras dejar el abrigo.
—¡Ja, ja, ja, ja! Al final elegiste a Camela para rellenar las cajas con las que apareciste en aquella pantomima de rueda de prensa —se carcajeó Tebas—. Eres un cachondo, Jan.
—Había que hacerlo con clase… —apostilló Laporta presumiendo.
—Fue brillante —sentenció un Albert Soler recién llegado mientras se quitaba la bufanda y se introducía en la salita de los abrigos.
—Tú sí que fuiste brillante, Albert —replicó el presidente del FC Barcelona—. ¡Qué manera de prescribir!
—Ya sabes, querido Jan, yo siempre seré un soldado de la causa de la cual el Barça es su mascarón de proa. Y el partido es la mejor manera de conseguir los objetivos. Pero cualquiera en mi lugar habría hecho lo mismo —se restó méritos Soler.
—Cullons, Albert, no me fastidies. Que apenas tardaste un mes en salir pitando para el CSD a arreglar el entuerto desde que Hacienda nos informó de la inspección y nos pidió las facturas de las empresas de Negreira y Contreras —rebatió Jan—. Y además de la Ley del Deporte ad hoc, no fuiste un chivato cuando volviste al Gobierno, porque tú habías estado aquí y sabías, por tanto, todo lo que ocurría. Puede decirse que eres el padrino de la criatura.
—Fue un honor servir. Era mi deber —zanjó Soler.
—¿Y yo qué? —irrumpió como un elefante Rubiales—. Que aquí el menda tardó aún menos tiempo que el Albert en modificar el código ético de la RFEF para eliminar las sanciones por corrupción —dijo el de Motril mientras se introducía en la salita de los abrigos. Segundos después, salió de ella una mujer despavorida—. Sin esa maniobra, todo habría sido más complicado. Quizá ni Tebas habría podido solucionarlo y habría que haber recurrido al Señor Lobo del Gobierno para que interviniese de manera más directa y menos sibilina que la de Soler.
—No te falta razón, Rubi —admitió el gerifalte culé—. Por eso estás en la fiesta. Y, por cierto, hay de todo lo que te gusta, pero no seas patoso. ¿No venía Geri contigo?
—Ayer se fue al karaoke con Javi Enríquez, Cantalejo, Clos, Tatxo y Roures y aún no han vuelto. Yo empecé la noche con ellos, pero sobre las dos de la madrugada me acerqué a una zagala que puff… Bailamos un rato, la abracé, le pregunté: «¿Puedo darte un besito?» y me dijo: «Vale». Así que me fui al hotel de siempre y ahí los dejé. Medina estaba cantando Se me enamora el alma y Geri y Clos, bailando como locos.
—Antes de que lleguen los representantes de los clubes y los amigos de los medios —se dirigió a los invitados Laporta—, quiero tener una mención especial para mi amigo Javi. Sin ti no soy nada, como cantaba Amaral.
—Nada, nada —dijo Tebas falsamente azorado mientras hacía un gesto con la mano—. Mi único mérito es saber qué es lo único importante. Y tú también lo sabes, Jan. Ambos somos muy aficionados a la pasta. Además, regulando su distribución, abriendo y cerrando el grifo, se puede conseguir todo sin necesidad de nada más.
—¡Hombreeeee, bienvenido! —gritó Laporta con los brazos abiertos—. Tú sí que no podíais faltar. Sabes que te agradecemos tu trabajo y te premiamos con suculentas migajas. Adelante. Pero ¿quiénes son los chicos estos con pasamontañas y brazo erecto que te acompañan? —inquirió Jan.
—Es que no se les puede dejar solos —aclaró Cerezo—, que por menos de na te echan a un tío al río o cuelgan a un muñeco negro de un puente. Luego me toca dar explicaciones. Y ya estoy cansado de repetir que en el Atlético no hay racistas ni antirracistas, ni asesinos ni antiasesinos… ¡Baix, baix! ¡Abajo! —gritó Henry Cherry a los encapuchados de brazo erecto—. Disculpad, si no los controlas, estos cachorros se te suben a las barbas.
—¿Dónde has dejado a Miguel Ángel? —se extrañó Laporta por la ausencia de la otra cabeza visible atlética.
—Debe de estar al llegar. Venía detrás con Juancho en el coche. Estaban buscando aparcamiento… ¡Anda, mira, ahí llegan!
—¡Buenos días, chavalada! —gritó Gallardo al llegar junto a un Gil Marín que apenas movió el rostro a modo de saludo—. ¿Dónde dejamos esto? —preguntó un Juancho que, junto al prescrito, sostenía una lámpara como la de Pixar, pero gigante.
—¡Pero dónde vais con eso! —inquirió entre risas Laporta.
—Siempre es útil llevar un trasto así por si hay que poner a alguien en el foco —respondió el director de Marca—. Bueno, la dejo junto a la barbacoa de siempre.
Cuando llegaron el resto de clubes, menos uno; unos ojerosos dirigentes del CTA, Cantalejo aún vestido de faralaes; una amplia representación de los medios y un nutrido grupo de miembros, y miembras, del Gobierno, Laporta comenzó a tintinear su copa de cava de litro subido a un taburete de acero.
—Queridos todos. Sin vosotros nada de esto habría sido posible. A pesar de mi optimismo, en ocasiones natural y en otras movido por la euforia sobrevenida, hubo noches en las que se me cuadruplicaron los temores. Pero todo ha salido bien. La criatura cumple hoy dos años y está creciendo lustrosa y hermosa. Y lo más importante, está todo atado y bien atado. ¡Aquí llega!
Hizo su entrada la criatura, el caso Barça-Negreira. Muy bien alimentada, sonriente, sin preocupación alguna al observar que todos aquellos de los que tendría que tener miedo estaban allí, comiendo y bebiendo, cantándole el cumpleaños feliz a pleno pulmón.
Y la prensa deportiva, ¿se habrá hecho eco de tal efeméride?
No han podido porque estaban celebrando el segundo aniversario del mayor escándalo de la historia del deporte europeo. Entre fiscalizar la realidad y poner la mano eligieron lo segundo.
Pasad un buen día.
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