REVISTA PANENKA
·10 de janeiro de 2025
REVISTA PANENKA
·10 de janeiro de 2025
Decía Charles Dickens que la verdadera grandeza era hacer sentir a todos grandes alrededor tuyo. Y yo a Dickens le hago caso en casi todo, porque con ejemplos como el del Saint-Étienne, no parece posible que se equivocara. La frase del autor británico cobra peso gracias a esos equipos que, más allá de los resultados, despiden un aura distinta, casi aristócrata. Ese es el aroma a gigante que despide la camiseta verde del equipo galo y que se puede notar en su hinchada y en la exigencia del día a día. Ahora, sufriendo por querer conservar su puesto en una élite antaño acostumbrada a sus gestas, le toca visitar el feudo de otro gigante. Un nuevo Rey de Francia que llegó hace más de diez años para someter a la envejecida monarquía del fútbol galo.
Y aunque parezca imposible que ‘Les Verts’ defiendan esa vieja grandeza, por unos días se escucharán las vetustas y grandes historias sobre lo que fue uno de los monarcas de Francia. Hoy el verde de Saint-Étienne parece más pálido. Aunque el lustre de su palmarés pretenda dar brillo a los días presentes, es más fuerte el aroma a mito caído en torno a la ciudad del Loira. En Francia manda el azul y el rojo del acaudalado París Saint-Germain, cuando en otros tiempos era el verde el que dominaba la escena.
En los días de gloria, la trayectoria del Saint-Étienne hablaba de victorias, y hoy lo hace más de resistencia. La consecución del ascenso en 2024 supuso una alegría sin igual, siendo el mayor motivo de celebración de los últimos años
Son diez los títulos ligueros cosechados por el Saint-Étienne en Francia, además de 6 torneos de copa. El último paso de sus triunfos en Francia sería en 1981, habiendo sido finalista pocos años antes, en 1976, de la Copa de Europa, ante el Bayern de Beckenbauer, Müller o Maier. En ese mítico equipo francés formaban jugadores de gran valor como Santini, Curkovic, Bathenay o Revelli. Sólo tres años después, a ese mismo cuadro llegaría Michel Platini, para lanzar su carrera en Francia tras haber brillado en Nancy antes de despertar el interés de un coloso como la Juventus. Desde esos últimos años felices, en los albores de la década de los ochenta, se dieron ya pocos escarceos con la victoria y menos actualizaciones del palmarés de un equipo presa de la depresión.
Hoy, el fútbol del equipo no enamora como entonces. En los días de gloria su trayectoria hablaba de victorias y hoy lo hace más de resistencia. La consecución del ascenso en 2024 supuso una alegría sin igual, siendo el mayor motivo de celebración de los últimos años tras su caída a los infiernos. Y, sin embargo, la vuelta no está siendo tan plácida como esperaban. Tras el regreso al primer nivel galo, Olivier Dall’Oglio no logró dar con la tecla para defender el orgullo y la permanencia del equipo en la Ligue 1 y, tras su salida en diciembre, es Eirik Horneland el que se ha hecho con el equipo para tratar de luchar con dignidad por ‘Les Verts’.
Pero el orgullo perdura en su gente. No caduca. La camiseta del Saint-Étienne no olvida fácilmente esos tiempos felices en los que en Francia dominaba un verde distinto al de los billetes del dinero de París
Tras un primer paso positivo, ganando a otro mítico finalista de la Copa de Europa, el Stade de Reims, Horneland mira al PSG como Quijote miraba a los molinos. En esa locura de querer hacer de la locura una oportunidad, el equipo verde medirá su mejora ante el mayor exponente de la desigualdad en Francia y ante su último verdugo, en la final de Coupe de France de 2020, donde el PSG de Tuchel volvió a demostrar que los millones de París podían renovar a su antojo la dictadura nacional. Otra batalla donde el nuevo rey impuso su ley ante el viejo.
Son 33 los títulos cosechados en la élite francesa por parte del equipo capitalino, aún a la espera de que aparezca algún rival que sea capaz de competir con regularidad contra la magnificencia de sus plantillas millonarias. Hoy, París se levanta como el incontestable adalid de un poder divino tan intenso que el viejo fulgor de quienes reinaron apenas impregna las calles de sus barrios o ciudades. Pero el orgullo perdura en su gente. No caduca. La camiseta del Saint-Étienne no olvida fácilmente esos tiempos felices en los que en Francia dominaba un verde distinto al de los billetes del dinero de París.
SUSCRÍBETE A LA REVISTA PANENKA
Fotografía de Getty Images.
Ao vivo