Revista MadridistaReal
·17 de janeiro de 2025
Revista MadridistaReal
·17 de janeiro de 2025
Avanzábamos antes del encuentro copero, que la eliminatoria, dadas las circunstancias, no sería un partido cualquiera. El recibimiento al equipo lo dejó claro. A pesar de ello, la noche transcurría con relativa tranquilidad hasta que volvieron a aparecer los fantasmas.
El equipo se había colocado con un 2-0 en el marcador, con una gran actuación de Mbappé (que volvió a ser el mejor) y con oportunidades para aumentar su renta. Sin embargo, con los cambios y pasado el minuto 80, volvieron a aparecer los errores infantiles que condenan al equipo.
Errores que tienen más que ver con la falta de tensión competitiva y actitud, que con lo táctico. El Celta había entregado la cuchara y fue el propio Real Madrid quien decidió darle una segunda vida y llevar el partido a la prórroga.
El Santiago Bernabéu era un polvorín que amenazaba saltar por los aires, debatiéndose entre la trascendencia de animar para conseguir el pase y el hastío con un equipo tremendamente irregular.
El equipo, lejos de despertar en la primera parte de la prórroga, seguía mostrando el ritmo ramplón de una plantilla que tiene que activarse después de reabrir un partido que daban por ganado un partido.
Fue en la segunda parte cuando consiguieron encerrar al Celta. Hasta que en un pase filtrado de Arda Güler a Endrick, el brasileño consiguió hacerse hueco y definir con su temible disparo. El madridismo lanzó un suspiro de alivio en medio del notable cabreo. Los niños al rescate de Ancelotti, curiosa paradoja.
Angel Martinez/Getty Images
Mientras Endrick celebraba eufórico (totalmente comprensible) en mi cabeza sobrevolaba la idea de que había poco que celebrar. Era como el estudiante que aprueba una asignatura en septiembre con un 10 tras haber suspendido en junio con un 0. El potencial lo conocemos todos, pero siguen faltando cosas indispensables como la actitud, el criterio y consistencia en su fútbol.
Mientras me debatía entre el enfado y la alegría, apareció el halcón para levantarme del asiento con un golazo marca de la casa. El obús del uruguayo fue la certificación del pase del Real Madrid. Han existido algunas voces discordantes con el 8 madridista, pero poco más puede hacer Valverde, que ya suma 8 goles en la temporada y es absolutamente capital para este equipo.
Para entonces, no podía ocultar cierta sonrisa por lo que supone la locura del Real Madrid. El manicomio en el que no sabes discernir que es real y que es un sueño (o una pesadilla). Para finalizar, Endrick se inventó un gol de tacón al más puro estilo Cristiano Ronaldo sellando así su doblete.
Avisábamos de la importancia del partido de ayer y pudo terminar en tragedia. El equipo volvió a cometer errores que viene repitiendo desde el inicio de la temporada. Sigue dejando muestras de no saber manejar los partidos y ser frágil en defensa y en la construcción del juego. Es un equipo irregular y poco fiable.
Sin embargo, como casi todas las cosas en esta vida, siempre hay clavos ardiendo a los que agarrarse.
Mbappé ya es el futbolista que recordábamos y tiene el escudo cosido en el pecho. La remontada de ayer tuvo acento turco y brasileño. Tchouameni hizo gran partido en el centro del campo. El Real Madrid volvió a ganar en el caos del alambre.
Pero sobre todas las cosas, este artículo tengo la sensación de haberlo escrito hace no tanto. Tengo la impresión de que esta historia ya la hemos contado. Ojalá que tenga el mismo final.