El escándalo que no cesa | OneFootball

Los temores de la afición por la designación de Munuera Montero quedaron totalmente justificados cuando se vio la actuación del colegiado andaluz, que tiene un  historial preocupante por sus arbitrajes ante el Celta, curiosamente todo lo contrario que cuando está el Real Madrid en la cancha. Ayer se confirmaron los peores augurios con uno de los mayores escándalos arbitrales de los últimos tiempos.

Para la historia quedará la acción clave del partido, con el penalti clarísimo a Swedberg, en el que el colegiado mira hacia otro lado, y el VAR hace el resto del trabajo. La tragedia acaba con gol del Real Madrid en la siguiente jugada. El gol debería ser anulado y señalada la pena máxima, pero a pesar de que en las repeticiones se aprecia claramente como Lunin derriba al delantero sueco, desde la sala VOR decidieron mirar para el mismo lado al que había mirado el colegiado de campo.

Los errores se acumularon, porque además del doble rasero en las faltas en el centro del campo, un clásico en los partidos ante Real Madrid y Barcelona, se produjeron acciones muy polémicas que siempre cayeron del lado de los blancos. En el 2-0 hay un más que posible fuera de juego de los blancos, de los que vimos una única repetición, bastante mala, 20 minutos después. Ya en la prórroga hay un penalti por manos de Rudiger no señalado por un fuera de juego previo del que no vimos ninguna repetición.

La impunidad del estamento arbitral puesta una vez más encima de la mesa. Estos errores no pasarán de una pataleta de una afición de provincias. El escándalo arbitral no abrirá los telediarios  y la polémica quedará recluida al recuerdo de la afición céltica sin que a nadie le importe. Y así llevamos décadas. El propio narrador del partido, Juan Carlos Rivero, que volvió a tener otra actuación bochornosa, pasó de reconocer que era penalti tras la primera repetición a restarle importancia al error y dar la razón al colegiado. Incluso fue capaz de opinar que lo de Rudiger no "pude ser penalti nunca".

Y razón no le faltaba. Vistiendo de blanco esas cosas jamás son penalti. Si la acción de Swedberg hubiese sido al revés, el gol se anulaba, el penalti se señalaba y hasta el portero sería expulsado. Para asegurar. Este es el fútbol que se nos ha quedado. A la dificultad de enfrentarse a equipos que multiplican por 10 el presupuesto de los equipos modestos, se une la flagrante parcialidad arbitral que ni la llegada del VAR ha sido capaz de corregir.